La gente solo calló viendo la actuación del gobierno, que
no queriendo oír las legítimas exigencias del pueblo, siempre en pie de lucha
como dicen las consignas, se atravesaba con insultos y amenazas de represión,
como si estuvieran ofendidos y el pueblo fuera el delincuente, y la gente lo
hizo no tanto por disciplina si no porque así se enteraban de lo que decidía el
gobierno, querían saber hasta qué punto había perdido legitimidad y se le podía
reconocer el derecho a gobernar; entonces fueron entrando al parque grupos de
uniformados, como les dicen en estos casos, y tomaron posición como para
desalojarlos, les decían que se quedaran tranquilos, que no se preocuparan pues
era solo una precaución para evitar desórdenes y violencia, la gente no sabía
qué hacer y decidió esperar, animándose los unos a los otros para conservarse
firmes sin dejarse desalojar.
- Quédense tranquilos compañeros, no nos conviene la
violencia, no se dejen provocar, ya sabemos cómo hacen para acusarnos de
cualquier cosa, primero nos provocan y después nos atacan- y se trenzaron en
cadena, cogidos de manos y brazos, muy juntos unos de otros.
Y quitándole el micrófono al orador que habían
interrumpido, y que habían apagado para discutir tratando de evitar alborotos,
el emisario del alcalde le habló a la masa, con voz amenazante, así:
- Tienen un minuto de plazo para retirarse en orden o
autorizo en nombre del alcalde a utilizar la fuerza pública para desalojarlos;
¡a la una, a las dos, a las tres!, desde este momento exactamente, en un minuto
serán desalojados- mirando su reloj y haciendo el gesto a los policías para que
procedieran, después del plazo.
Todos miraban al enviado del alcalde, incluso los
policías, el parque lleno de gente y nadie decía nada. Pasó el minuto, nadie se
movió, todos esperaron un rato hasta que pasados unos segundos alguien tocó un
pito, y se formó la pelotera: gritos, patadas, puños, amenazas y la gente a que
no se dejaba sacar, todos los manifestantes animándose a que no atacaran, que
evitaran la violencia y no se dejaran sacar; así durante un largo rato y de
pronto se oyó un disparo, habían disparado contra el pueblo y el representante
del alcalde, que todavía estaba en la tarima, echó a correr intentando
refugiarse en una casa donde estaban las oficinas de la Registraduría Nacional
del Estado Civil, pero lo cogieron. La gente estaba alborotada, exigían que
explicaran lo del disparo y la policía con más bríos intentando desalojar a la
gente, todo era caos, gritos, insultos y amenazas, hasta que alguien se subió a
la tarima, logró coger el micrófono y gritó:
- ¡Mataron al representante de la junta veredal de “Los
naranjos”!, les pido a todos que conserven la calma y sin dejarse desalojar,
esto no se queda así, alguien va a pagar por esto; les repito conserven la
calma y no se dejen desalojar, tenemos al representante del alcalde y no lo
vamos a soltar, hasta que se presente en persona a responder por el homicidio
de nuestro compañero.
La gente estaba asustada y furiosa, esta muerte les
recordaba las épocas del terror oficial, en que nadie podía hablar ni decir
nada sin que la metieran a la cárcel, le confiscaran los bienes, solapadamente
pero lo hacían, y terminaran muchas veces muertos, por solo decir que el
alcalde o algún funcionario se había equivocado, abusaba o estaba metido en crímenes,
aun sabiéndolo todo el pueblo a la luz del día. El alcalde estaba cerca, a 2
cuadras del parque, en el cuartel de la policía y entendió la situación, se vió
en la disyuntiva de que le hicieran una asonada, le llenaran las calles de
muertos y lo destituyeran, saliendo para la cárcel o para un destierro
definitivo, porque esas cosas no las perdona nadie; además el gobierno
departamental o el nacional podían decidir usarlo como chivo expiatorio,
después de unos cuantos muertos esto era posible, en el momento que estaba
pasando también era posible un carcelazo pero sería más suave, si lograba
demostrar que había sido un accidente, pero para eso necesitaba dialogar, tenía
que enviar a alguien a pedir conversaciones con los líderes del movimiento
cívico, que incluso podía exigir su destitución, pero sería solo eso, así que
mandó a su secretario personal y dio contraorden a la policía, tenía que
retirarse del parque y dejar a los manifestantes tranquilos, además mandó pedir
ayuda para los heridos que hubiera, tal vez se salvara de esa pero tenía que
ser muy cuidadoso, por si acaso era necesario, pensó ofrecer carpas para que
acamparan en el parque y algo de comida, pero que se quedaran tranquilos, que el
problema lo arreglaban ahora mismo.
La gente entendió lo que quería el alcalde, supo que
estaban en un buen momento y se nombró una comisión para que fuera a hablar al
cuartel de policía con él; la comisión exigió que de inmediato se atendiera a
los heridos y que les enviaran comida y lo de las carpas, además exigían que se
castigara al culpable del muerto, haciéndolo responsable de lo que pudiera
pasar de ahí en adelante. Eso no fue todo, se pidió que la personería y
fiscalía se hicieran presentes por sí mismas, no por medio de representantes,
para que iniciaran las investigaciones del caso sin que tuvieran tiempo de
ocultar, disfrazar o negar hechos y pruebas, todo esto discutido por los
líderes de las organizaciones participantes, en representación de sus
comunidades, sobre la misma tarima y con la participación directa de la masa
toda, pero antes de que fueran a negociar con el alcalde en el cuartel de
policía, y con emisarios listos para ir entre el cuartel y la tarima por si
fuera necesario. Además se le pedía al alcalde que se presentara en persona, le
prometían que le respetarían su integridad y lo garantizaban haciéndose
responsables, todos los líderes, de lo que le pudiera pasar, no habría más
pelotera; al mismo tiempo le pidieron a la gente que se calmara, se podían
sentar mientras esperaban la respuesta del alcalde, al tiempo que atendían a
los heridos y se les daba algo de comida.
El alcalde pidió un representante de los líderes, quería
discutir con él la presencia suya en el parque, precisando las garantías que se
le daban y la tranquilidad ciudadana; así se estuvieron discutiendo en idas y
venidas hasta tarde, casi la medianoche, hasta que se acordó que se presentaba,
haciéndose responsable del juicio y castigo del culpable del muerto,
prometiendo que desde el día siguiente se iniciaba una auditoría de cuentas, un
juicio de responsabilidades, en el concejo municipal, por la exagerada demora
en iniciar las obras prometidas, él mismo propondría el dicho juicio, aunque lo
podía hacer la comunidad con los líderes del movimiento cívico, y, una cosa muy
importante, no habría sanciones para nadie, si seguían calmados y en orden y no
había agresiones para el alcalde, sus funcionarios, la fiscalía y la fuerza
pública. La gente aplaudió entusiasmada, quería que el alcalde se hiciera
presente y respondiera, como debía haber hecho desde el comienzo, sin despertar
los fantasmas de la violencia oficial y el uso injustificado de la fuerza; así
se decidió y se hizo, incluso se le hizo calle de honor, todos muy cansados
pero aliviados de la preocupación de tener que soportar oleadas de represión y
crimen, desde la sombra y con nombre propio como se recordaba y probablemente
se seguía pensando y tramando, había que tener mucho cuidado, pero por ahora
podían estar tranquilos si se limitaban a lo acordado, haciendo énfasis en que,
lo que estaban exigiendo antes de los disturbios, era no más que les cumplieran
lo prometido, acordado y decidido delante de todos, con todos y con una
claridad suficiente para que alguno cayera, probablemente el alcalde y el jefe
de policía, aunque como los que tenían la sartén por el mango eran otros,
caerían por errores de procedimiento, apresurarse en hacer uso de la fuerza,
incluso por negligencia del gobierno municipal, o sea, como dice el pueblo en
su propio lenguaje, caerían por brutos y los trasladarían a otro pueblo, o a
alguna ciudad donde pudieran completar el tiempo requerido para su jubilación y
tener derecho a una pensión.
VII
Antonio y Judit estuvieron juntos casi toda la noche,
conversando, leyendo la obra de Guillermo Giraldo por raticos, coreando
consignas, gritando, arengando a la gente, en fin todo lo que se les ocurrió,
en compañía de Efraín Martínez y los compañeros y compadres que se les unieron.
A Efraín Martínez se le respetaba en los movimientos populares, no solo por
haberse casado con la hija de Guillermo Giraldo, sino por méritos propios;
cuando estuvo en la universidad departamental haciendo una carrera intermedia,
Administrador Asistente, había participado en las luchas de los estudiantes por
la educación de las clases populares y se había destacado como organizador,
orientador, ideólogo y líder, había sido perseguido sin haberse podido nunca
sancionarlo ni acusar de nada impunemente, en otras palabras lo habían atacado
y, mínimo, se habían chamuscado pero muy feo, aún deben estar padeciendo y
buscando la manera de justificarse con mentiras y sofismas. Cuando regresó al
pueblo, se reencontró con Eloísa Giraldo, la mejor amiga que había tenido en su
infancia y juventud, se pusieron a charlar una noche de verano, estrellada y
bellísima, charlaron de todas sus cosas durante la noche entera y al despedirse
se besaron, esto era lo mismo que una declaración de amor en ese entonces, en
el pueblo, y Eloísa supuso que con eso no más, quedaba todo claro entre ellos,
no esperaba que pasará lo que pasó: al día siguiente por la tarde, se presentó
muy elegante, con sus padres, a pedirle la mano de su hija a doña Enriqueta
Calderón, esto era un poco anacrónico para todos, pero Efraín era así, se
entusiasmaba con las costumbres y cosas de sus abuelos, como usar unas botas
que fueron de su abuelo cuando estuvo en el ejército, y que le habían regalado
cuando niño, las había empezado a usar poco antes de irse para la universidad,
o ponerse un saco viejo que cuidó mucho, lo quería como al abuelo, decía, y que
lo hacía parecer uno de esos jóvenes que se veían en las fotos viejas del
abuelo, otra cosa era que lo admiraba mucho y siempre pensó que, aunque no
fuera necesario ir a pedir la mano de Judit con sus padres, en esta época,
sería una bonita idea, que fue lo que hizo. Entonces estaba preparado para
entender a Antonio, un joven de ciudad que quiere descubrir la esencia del alma
del pueblo para así hacerse sabio, participando de la vida y las acciones
populares que el pueblo emprende por sus intereses y conveniencia;
afortunadamente, creía él, Efraín Martínez, y gracias a la Misericordia Divina,
que no se había dejado contagiar por el virus de la violencia, en la que caen
muchos idealistas que creen que por tener la razón en sus ideas pueden
imponerlas, ¿qué espíritu, qué conciencia, qué vida pueden tener los que no
tienen necesidad de pensar porque hay quién lo haga por ellos?, y ¿si no es con
estudio y persuasión, tomando posición con cuidado, cómo mostrarle el camino a
la gente?, o ¿si se pone el idealista por encima de los demás, imponiendo su
pensamiento e impidiendo que entiendan lo que podrían entender para luego tomar
camino si se hace camino juntos, cosas como lograr corriente compacta, no una
serie de tendencias con nombre de corriente?. Lo cierto es que le cayó muy bien
este joven recién llegado, que se interesaba tanto por su hija, le pareció que
bien orientado podría llegar lejos, siendo pueblo e intelectual popular, como
compañero de lucha, amigo y posiblemente yerno; miraba a su tesorito, su
cielito y se ponía a pensar que nunca se había fijado en ningún muchacho, hasta
ahora en que, viendo pasar la marcha y después sumándose a esta, charlaron y no
se quiso separar de él ni un momento: así es que surgen los grandes amores,
compartiendo puntos de vista, participando de los mismos esfuerzos, tomando camino
juntos y tratándose con mucho respeto. Pensaba en la clase de hombre que era
Antonio y pensaba que tal vez no era de esos románticos como él, que había
hecho una visita oficial con sus padres y muy elegantemente vestidos, para
pedir la mano de Eloísa Giraldo a doña Enriqueta Calderón; pero Antonio era un
joven muy atento, sano, cortés y servicial, se le notaba la clase de educación
que había recibido, por eso un detalle que el mismo consideraba anacrónico no
importaba, solo que él era un romántico y no pensaba que todos tenían que ser
como él, al menos en lo que no chocara con sus principios morales y esencia
cultural. Entonces los dejó que fueran y vinieran como les pareciera, entre el
gentío y los sitios en que se reunían unos y otros, las otras cosas vendrían
después si así tenía que ser; y pensaba esto último no por cierta idea de
fatalidad fruto de la ignorancia y la incapacidad de actuar, sino porque lo que
hacemos es resultado de un número determinado de variables históricas, que se
dan sin que siempre comprendamos lo que decide los resultados; así que tal vez
era su destino, pero solo el tiempo lo diría, por ahora ayudarlos a ubicarse en
la vida y la realidad que estaban viviendo, ayudarlos a acompañarse y compartir
que ellos sabrían qué hacer y cómo hacerlo, con la Gracia de Dios, confiaba
Efraín y oraba en silencio.
Antonio y Judit se miraron con simpatía desde el
comienzo, se contaron sueños, proyectos, ideales y gustos, se trataron con
respeto y cuidado, sin darse cuenta de hasta dónde se estaban acercando uno al
otro, moral y espiritualmente; ya se veían como grandes camaradas y compañeros,
ya necesitaban verse y saber dónde estaban y qué estaban haciendo, incluso le
preguntaban a los demás cuando querían saber del otro, lo que los hacía sentir
hermanados e integrados, y se secreteaban todo, cosas había ya que no sabían
sino ellos y no le decían a nadie, por ejemplo la canción que estuvieron
oyendo, la habían solicitado y la disfrutaron entre ellos toda la noche, sin
que se supiera, o el propósito que tenían de ir con algunos amigos a la parte
alta del pueblo por la tarde, para ver cómo se iba llenando de luces y sombras,
bellísimo decía Judit que se veía, como si fuera otro y el que habían visto durante
el día estuviera escondido, o el que guardaba cada cual sin mencionarlo, sobre
la conversación que habían tenido sobre amores y noviazgos, sin manifestar más
que esa curiosidad que oculta anhelos y sueños, interés y cercanía con el otro,
¿qué pensará de mí, qué diría si le dijera algo?, mejor dejar así por ahora y
seguir hablando de la enseñanza de don Guillermo Giraldo o cualquier cosa con
tal de no decir más, ni contar su secreto.
Después de que se acordó el juicio popular en el concejo
municipal para el alcalde, la gente prefirió irse cada cual por su lado cada
cual en lo suyo, confiando en que esta vez sí se cumplieran los compromisos
adquiridos por el gobierno y que no hubiera más problemas. Efraín y Judit se
habían integrado a un grupo de estudiantes, que disfrutaban de las luces que
hallaban en los apuntes de Guillermo Giraldo, habían estado leyendo partes
referentes a hechos y experiencias semejantes a los que estaban viviendo, y
habían propuesto un estudio a fondo que fueron empezando al calor de los
acontecimientos. Cuando pasó todo no se enfriaron los ánimos si no que se
enfrascaron en lecturas y comentarios, en una esquina de la calle donde vivía
Judit, un nutrido grupo de jóvenes entusiastas de las ideas de Guillermo
Giraldo, 7 era un buen número de acuerdo a la ocasión, y tocó recordarles que
cada cosa tiene su momento adecuado, que esos estudios les tomarían toda la
vida por lo que lo mejor era que se fueran a descansar; así se fueron
despidiendo, hablaron de que tenían que verse temprano para planear qué hacer,
tenían la idea de ir a los altos del pueblo para verlo anochecer, llevarían una
lámpara de pilas y podrían estudiar un buen rato por la noche si quisieran
alargar la estudiada, tendrían que llevar algún refrigerio, música para oír
durante los recesos, etc.; todos se fueron yendo quedando Antonio de último,
que la acompañó hasta la puerta de la casa y le dijo que iba a pensar mucho en
ella, no se atrevió a besarla porque quería ser muy cuidadoso, que las cosas
fluyeran con naturalidad, desde el fondo del corazón, no como una idea que se
tiene por estar solos y cercanos.
VIII
El nuevo día lucía como que sería uno muy feliz, con las
ilusiones que surgían y el amor a la puerta, alegrías yendo de paseo al mirador
y el encuentro de los 2 jóvenes, aún en medio del grupo podrían intercambiar
algunas palabras, miradas de interés y comentarios secretos, tal vez se
cogerían de las manos y mirarían hacia el pueblo, a las estrellas, incluso a
los amigos, y seguirían la senda que había trazado Guillermo Giraldo, harían
propias sus palabras soñando con un porvenir venturoso, ¡fiesta de la vida
rodeada por las sombras que se acercan!, mejores momentos vendrán pero este no
se olvida, ¡cómo reían y leían por la noche!, ¡cómo era fácil el sueño y la
confianza!, pero ¿habrá entre todas las sombras una peligrosa, una que los
lastime?, eso lo verían con la palabra nueva que les surge, verían que hay obstáculos
para la vida y que se hace necesario el sacrificio, uno solo continuado.
Antes de mediodía ya estaban citándose, hubo 2 más que se
unieron al grupo y acordaron llevar cada cual lo que pudiera, mirando que no
les faltara nada: uno llevaría gaseosas tamaño familiar, otro llevaría panes,
alguno mortadela y queso, a Antonio le dijeron que él estaba recién llegado y
con muy poco dinero, por lo que era suficiente con que llevara la lechuga, otro
más avisó que se conseguiría una botella de vino, le pediría a su papá que le
regalara una de la tienda que tenían, el de más allá llevaría un reproductor CD
y mucha música, a Judit le pidieron que no se preocupara por eso, que ella con
llevar alguna copia de las frases de su abuelo tendría suficiente. Claro que
Antonio tenía qué hacer, él tenía que preocuparse por su sustento por lo que, como
habían acordado la 1 de la tarde para encontrarse, en la esquina en que se
habían estado sentando durante la manifestación y tenía la mañana libre, se
levantó muy temprano sin preocuparse por el asunto y estuvo preguntando por
cualquier trabajo, las tareas que fuese con tal de ganar dinero, aunque
aspiraba a algo muy bueno, de acuerdo a su capacitación, por algo habría de
empezar. Tanto miró en todas partes, tanto preguntó y busco que tuvo 2 pequeñas
tareas durante la mañana: en la primera, muy temprano casi a las 7, un
bodeguero de un depósito de comestibles estaba afanado y no quiso esperar los
coteros, pues entonces le dio unos cuantos pesos por descargar una camioneta y
le regaló unas galletas y una bolsa de confites, pero mero regalo, no pago en
especie, por haberlo conocido durante la manifestación al lado de la nieta de
Guillermo Giraldo; el otro trabajito fue casi a las 9 de la mañana, en la plaza
de mercado necesitaban empacar papas, tomates, cebolla, mangos, ciruelas,
guayabas, naranjas, etc. en paquetes para vender paquetes al detal, así se le
fue la mañana y quedó en volver al día siguiente, había contado que tenía una
excursión a los altos y deseándole suerte le regalaron 1 paquete de ciruelas,
pero si se comprometía a volver al día siguiente; así fue, terminó al mediodía
y se fue a almorzar a una de las sancocherías de la plaza de mercado, era
temprano cuando terminó, así que se puso a pasear por la plaza y sus alrededores,
ávido de conocer lo miraba todo pensando que se acostumbraría y tendría mucho
qué contar, habría vivido lo que en los libros no es muy claro, solo pista
incompleta, sin vida ni pensamiento vivo, eso era bueno, lo mejor, tener en sí
la vida donde descansan el poder y la soberanía.
En un paseo juvenil todos van cantando, cantan los
corazones, los rostros se iluminan y sale la alegría liberada en canciones, en
charla y chistes, mucha actividad como para no dudar que la vida se renuevas continuamente;
incluso Guillermo Giraldo se sentaría a esperar un milagro, que los jóvenes
lleguen más lejos de donde él llegó y poder descansar de preocupaciones y
sueños fallidos, como los sucesos del día anterior lo podían confirmar, la vida
encuentra su camino y uno no tiene más que decir cuál es su experiencia, que
los jóvenes saben qué camino tomar. Cuando todos estuvieron presentes en la
esquina del parque, y después de revisar que no les faltara nada de lo que necesitaban,
iniciaron la marcha; iban cantando, llenos de alegría y despreocupación, como
si nada más importara en la vida, como si nunca hubieran existido sombras y no
fueran posibles, los amigos van confiados, los sueños e ilusiones de Judit y
Antonio en secreto, un tal vez y un ojalá en las miradas y seguramente en esos
pequeños movimientos con que saludamos, nos acercamos y decimos cualquier cosa.
IX
Judit y Antonio iban entre los otros 7, no dejaban de
mirarse y ayudarse a llevar algún paquete, tan pronto lo cogía Antonio ya Judit
le pedía que la dejara llevarlo un rato y lo mismo en caso contrario,
animadísimos pero con una idea que importaba más que cualquier otra cosa; todos
lo notaron o al menos supusieron que se estaban interesando y dejaron que se
fueran por donde querían sin decir nada, claro que los ayudaban, pretendían
ayudarlos pidiéndoles un favor, por ejemplo llevar el agua que habían recogido
en un hilito de agua por el que habían pasado, o decirles que sostuvieran el
alambre de una cerca que pasaron, mientras pasaban los demás, y que ellos se
ayudaran solos en la cerca.
- ¿Quién lleva los CDs?- se oye una voz en un momento en
que quisieron cambiarlo porque había terminado el que sonaba.
- Pregúntenle a Antonio o Judit, alguno de ellos los debe
tener- alguno tenía que volver a asociarlos.
- Nosotros no los tenemos- grita Judit que iba rezagada con
Antonio-, deben ir adelante con Fernando, él era el que los traía.
Y todos, siguiendo a una prima de Judit, Yolandita le
decían entre todos, que iba con ellos, se volvieron a mirarlos, como si no
entendieran cuando dijo:
- Si yo creí que la música que voy oyendo viene de ellos,
¿será que no se dan cuenta?- con una expresión que sugería que tal vez no
entendía la situación o dudaba-, ¿quién me puede explicar esto?
- Lo que pasa- dijo otro de los jóvenes-, es que ellos
están esperando un buen momento, para darnos la noticia de que se han hecho
músicos desde el día de hoy y para siempre, dejémoslos tranquilos que ellos
sabrán cuál es el mejor momento.
Todos reían con estas cosas, Judit y Antonio lo negaban
sin mucha convicción, como deseando que ya se hubieran dicho todas las cosas,
que las cosas quedaran así como les decía el corazón y sugerían los demás.
Todos muy alegres, pero cuando llegaron colocaron sus cosas en un solo sitio,
cerca al borde de una mesita con prado que daba a un ladera bastante inclinada,
y se propuso empezar por la lectura de algunas páginas de don Guillermo
Giraldo; lo harían varias veces comentando y reflexionando sobre lo que
leyeran, eran unos jóvenes muy alegres y despreocupados pero estudiosos y
responsables.
- Tengo una página que me gusta mucho- dice Judit-, es un
extracto de comunicado y unas reflexiones, creo que podríamos empezar con eso.
- ¡Qué la lea Antonio!, es un buen lector, a mí me gusta
mucho como lee- dijo Marina, una de las muchachas del grupo.
- Trato hecho, muéstrame la página- respondió Antonio,
poniéndose a leer.
Y decía así el extracto con las reflexiones, solo
transcribo lo que leyeron:
“…porque los pueblos
que se organizan para la guerra, aunque sean fuertes y venzan en la batalla no
marchan hacia el progreso y la gloria, solo tendrían la ilusión por un momento
y luego el ocaso, su desaparición y olvido. Aquí tenemos el compromiso, ante la
opinión pública y todos los sectores populares, de exigir por los medios
legales a nuestro alcance y sin desorden ni violencia, a los poderes públicos
que se nos atienda y resuelvan una situación que consideramos anómala, por no
estar acorde con el ordenamiento político y legal que nos garantiza educación y
salud, en condiciones de igualdad; no trabajamos y pagamos impuestos para que
un gobierno corrupto e ineficiente nos tenga abandonados, después de años de
conversaciones, denuncias y protestas, nos quieren salir con el cuento de que
tenemos que esperar porque no hay dinero ni los planes elaborados con nuestra
participación tengan valor práctico ni legal…”
Reflexión 1: No es posible sin movilización popular
que seamos atendidos y escuchados para resolver nuestros problemas.
Reflexión 2: La organización debe ser continuada no
meramente circunstancial porque se pierde la fuerza necesaria para el éxito.
Reflexión 3: Un país en medio de la anarquía no es
garantía de derechos y justicia, solo dolor y muerte son posibles en ese caso.
Reflexión 4: La guerra es ajena a los intereses del
pueblo, nuestros intereses deben estar con el ordenamiento legal y la
organización y movilización popular, ciudadana y patriótica.
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