jueves, 6 de marzo de 2014

Dios los hace para que se junten (Parte 3)




La gente solo calló viendo la actuación del gobierno, que no queriendo oír las legítimas exigencias del pueblo, siempre en pie de lucha como dicen las consignas, se atravesaba con insultos y amenazas de represión, como si estuvieran ofendidos y el pueblo fuera el delincuente, y la gente lo hizo no tanto por disciplina si no porque así se enteraban de lo que decidía el gobierno, querían saber hasta qué punto había perdido legitimidad y se le podía reconocer el derecho a gobernar; entonces fueron entrando al parque grupos de uniformados, como les dicen en estos casos, y tomaron posición como para desalojarlos, les decían que se quedaran tranquilos, que no se preocuparan pues era solo una precaución para evitar desórdenes y violencia, la gente no sabía qué hacer y decidió esperar, animándose los unos a los otros para conservarse firmes sin dejarse desalojar.

      -       Quédense tranquilos compañeros, no nos conviene la violencia, no se dejen provocar, ya sabemos cómo hacen para acusarnos de cualquier cosa, primero nos provocan y después nos atacan- y se trenzaron en cadena, cogidos de manos y brazos, muy juntos unos de otros.

Y quitándole el micrófono al orador que habían interrumpido, y que habían apagado para discutir tratando de evitar alborotos, el emisario del alcalde le habló a la masa, con voz amenazante, así:

       -       Tienen un minuto de plazo para retirarse en orden o autorizo en nombre del alcalde a utilizar la fuerza pública para desalojarlos; ¡a la una, a las dos, a las tres!, desde este momento exactamente, en un minuto serán desalojados- mirando su reloj y haciendo el gesto a los policías para que procedieran, después del plazo.

Todos miraban al enviado del alcalde, incluso los policías, el parque lleno de gente y nadie decía nada. Pasó el minuto, nadie se movió, todos esperaron un rato hasta que pasados unos segundos alguien tocó un pito, y se formó la pelotera: gritos, patadas, puños, amenazas y la gente a que no se dejaba sacar, todos los manifestantes animándose a que no atacaran, que evitaran la violencia y no se dejaran sacar; así durante un largo rato y de pronto se oyó un disparo, habían disparado contra el pueblo y el representante del alcalde, que todavía estaba en la tarima, echó a correr intentando refugiarse en una casa donde estaban las oficinas de la Registraduría Nacional del Estado Civil, pero lo cogieron. La gente estaba alborotada, exigían que explicaran lo del disparo y la policía con más bríos intentando desalojar a la gente, todo era caos, gritos, insultos y amenazas, hasta que alguien se subió a la tarima, logró coger el micrófono y gritó:

     -       ¡Mataron al representante de la junta veredal de “Los naranjos”!, les pido a todos que conserven la calma y sin dejarse desalojar, esto no se queda así, alguien va a pagar por esto; les repito conserven la calma y no se dejen desalojar, tenemos al representante del alcalde y no lo vamos a soltar, hasta que se presente en persona a responder por el homicidio de nuestro compañero.

La gente estaba asustada y furiosa, esta muerte les recordaba las épocas del terror oficial, en que nadie podía hablar ni decir nada sin que la metieran a la cárcel, le confiscaran los bienes, solapadamente pero lo hacían, y terminaran muchas veces muertos, por solo decir que el alcalde o algún funcionario se había equivocado, abusaba o estaba metido en crímenes, aun sabiéndolo todo el pueblo a la luz del día. El alcalde estaba cerca, a 2 cuadras del parque, en el cuartel de la policía y entendió la situación, se vió en la disyuntiva de que le hicieran una asonada, le llenaran las calles de muertos y lo destituyeran, saliendo para la cárcel o para un destierro definitivo, porque esas cosas no las perdona nadie; además el gobierno departamental o el nacional podían decidir usarlo como chivo expiatorio, después de unos cuantos muertos esto era posible, en el momento que estaba pasando también era posible un carcelazo pero sería más suave, si lograba demostrar que había sido un accidente, pero para eso necesitaba dialogar, tenía que enviar a alguien a pedir conversaciones con los líderes del movimiento cívico, que incluso podía exigir su destitución, pero sería solo eso, así que mandó a su secretario personal y dio contraorden a la policía, tenía que retirarse del parque y dejar a los manifestantes tranquilos, además mandó pedir ayuda para los heridos que hubiera, tal vez se salvara de esa pero tenía que ser muy cuidadoso, por si acaso era necesario, pensó ofrecer carpas para que acamparan en el parque y algo de comida, pero que se quedaran tranquilos, que el problema lo arreglaban ahora mismo.
La gente entendió lo que quería el alcalde, supo que estaban en un buen momento y se nombró una comisión para que fuera a hablar al cuartel de policía con él; la comisión exigió que de inmediato se atendiera a los heridos y que les enviaran comida y lo de las carpas, además exigían que se castigara al culpable del muerto, haciéndolo responsable de lo que pudiera pasar de ahí en adelante. Eso no fue todo, se pidió que la personería y fiscalía se hicieran presentes por sí mismas, no por medio de representantes, para que iniciaran las investigaciones del caso sin que tuvieran tiempo de ocultar, disfrazar o negar hechos y pruebas, todo esto discutido por los líderes de las organizaciones participantes, en representación de sus comunidades, sobre la misma tarima y con la participación directa de la masa toda, pero antes de que fueran a negociar con el alcalde en el cuartel de policía, y con emisarios listos para ir entre el cuartel y la tarima por si fuera necesario. Además se le pedía al alcalde que se presentara en persona, le prometían que le respetarían su integridad y lo garantizaban haciéndose responsables, todos los líderes, de lo que le pudiera pasar, no habría más pelotera; al mismo tiempo le pidieron a la gente que se calmara, se podían sentar mientras esperaban la respuesta del alcalde, al tiempo que atendían a los heridos y se les daba algo de comida.
El alcalde pidió un representante de los líderes, quería discutir con él la presencia suya en el parque, precisando las garantías que se le daban y la tranquilidad ciudadana; así se estuvieron discutiendo en idas y venidas hasta tarde, casi la medianoche, hasta que se acordó que se presentaba, haciéndose responsable del juicio y castigo del culpable del muerto, prometiendo que desde el día siguiente se iniciaba una auditoría de cuentas, un juicio de responsabilidades, en el concejo municipal, por la exagerada demora en iniciar las obras prometidas, él mismo propondría el dicho juicio, aunque lo podía hacer la comunidad con los líderes del movimiento cívico, y, una cosa muy importante, no habría sanciones para nadie, si seguían calmados y en orden y no había agresiones para el alcalde, sus funcionarios, la fiscalía y la fuerza pública. La gente aplaudió entusiasmada, quería que el alcalde se hiciera presente y respondiera, como debía haber hecho desde el comienzo, sin despertar los fantasmas de la violencia oficial y el uso injustificado de la fuerza; así se decidió y se hizo, incluso se le hizo calle de honor, todos muy cansados pero aliviados de la preocupación de tener que soportar oleadas de represión y crimen, desde la sombra y con nombre propio como se recordaba y probablemente se seguía pensando y tramando, había que tener mucho cuidado, pero por ahora podían estar tranquilos si se limitaban a lo acordado, haciendo énfasis en que, lo que estaban exigiendo antes de los disturbios, era no más que les cumplieran lo prometido, acordado y decidido delante de todos, con todos y con una claridad suficiente para que alguno cayera, probablemente el alcalde y el jefe de policía, aunque como los que tenían la sartén por el mango eran otros, caerían por errores de procedimiento, apresurarse en hacer uso de la fuerza, incluso por negligencia del gobierno municipal, o sea, como dice el pueblo en su propio lenguaje, caerían por brutos y los trasladarían a otro pueblo, o a alguna ciudad donde pudieran completar el tiempo requerido para su jubilación y tener derecho a una pensión.

                                                    VII

Antonio y Judit estuvieron juntos casi toda la noche, conversando, leyendo la obra de Guillermo Giraldo por raticos, coreando consignas, gritando, arengando a la gente, en fin todo lo que se les ocurrió, en compañía de Efraín Martínez y los compañeros y compadres que se les unieron. A Efraín Martínez se le respetaba en los movimientos populares, no solo por haberse casado con la hija de Guillermo Giraldo, sino por méritos propios; cuando estuvo en la universidad departamental haciendo una carrera intermedia, Administrador Asistente, había participado en las luchas de los estudiantes por la educación de las clases populares y se había destacado como organizador, orientador, ideólogo y líder, había sido perseguido sin haberse podido nunca sancionarlo ni acusar de nada impunemente, en otras palabras lo habían atacado y, mínimo, se habían chamuscado pero muy feo, aún deben estar padeciendo y buscando la manera de justificarse con mentiras y sofismas. Cuando regresó al pueblo, se reencontró con Eloísa Giraldo, la mejor amiga que había tenido en su infancia y juventud, se pusieron a charlar una noche de verano, estrellada y bellísima, charlaron de todas sus cosas durante la noche entera y al despedirse se besaron, esto era lo mismo que una declaración de amor en ese entonces, en el pueblo, y Eloísa supuso que con eso no más, quedaba todo claro entre ellos, no esperaba que pasará lo que pasó: al día siguiente por la tarde, se presentó muy elegante, con sus padres, a pedirle la mano de su hija a doña Enriqueta Calderón, esto era un poco anacrónico para todos, pero Efraín era así, se entusiasmaba con las costumbres y cosas de sus abuelos, como usar unas botas que fueron de su abuelo cuando estuvo en el ejército, y que le habían regalado cuando niño, las había empezado a usar poco antes de irse para la universidad, o ponerse un saco viejo que cuidó mucho, lo quería como al abuelo, decía, y que lo hacía parecer uno de esos jóvenes que se veían en las fotos viejas del abuelo, otra cosa era que lo admiraba mucho y siempre pensó que, aunque no fuera necesario ir a pedir la mano de Judit con sus padres, en esta época, sería una bonita idea, que fue lo que hizo. Entonces estaba preparado para entender a Antonio, un joven de ciudad que quiere descubrir la esencia del alma del pueblo para así hacerse sabio, participando de la vida y las acciones populares que el pueblo emprende por sus intereses y conveniencia; afortunadamente, creía él, Efraín Martínez, y gracias a la Misericordia Divina, que no se había dejado contagiar por el virus de la violencia, en la que caen muchos idealistas que creen que por tener la razón en sus ideas pueden imponerlas, ¿qué espíritu, qué conciencia, qué vida pueden tener los que no tienen necesidad de pensar porque hay quién lo haga por ellos?, y ¿si no es con estudio y persuasión, tomando posición con cuidado, cómo mostrarle el camino a la gente?, o ¿si se pone el idealista por encima de los demás, imponiendo su pensamiento e impidiendo que entiendan lo que podrían entender para luego tomar camino si se hace camino juntos, cosas como lograr corriente compacta, no una serie de tendencias con nombre de corriente?. Lo cierto es que le cayó muy bien este joven recién llegado, que se interesaba tanto por su hija, le pareció que bien orientado podría llegar lejos, siendo pueblo e intelectual popular, como compañero de lucha, amigo y posiblemente yerno; miraba a su tesorito, su cielito y se ponía a pensar que nunca se había fijado en ningún muchacho, hasta ahora en que, viendo pasar la marcha y después sumándose a esta, charlaron y no se quiso separar de él ni un momento: así es que surgen los grandes amores, compartiendo puntos de vista, participando de los mismos esfuerzos, tomando camino juntos y tratándose con mucho respeto. Pensaba en la clase de hombre que era Antonio y pensaba que tal vez no era de esos románticos como él, que había hecho una visita oficial con sus padres y muy elegantemente vestidos, para pedir la mano de Eloísa Giraldo a doña Enriqueta Calderón; pero Antonio era un joven muy atento, sano, cortés y servicial, se le notaba la clase de educación que había recibido, por eso un detalle que el mismo consideraba anacrónico no importaba, solo que él era un romántico y no pensaba que todos tenían que ser como él, al menos en lo que no chocara con sus principios morales y esencia cultural. Entonces los dejó que fueran y vinieran como les pareciera, entre el gentío y los sitios en que se reunían unos y otros, las otras cosas vendrían después si así tenía que ser; y pensaba esto último no por cierta idea de fatalidad fruto de la ignorancia y la incapacidad de actuar, sino porque lo que hacemos es resultado de un número determinado de variables históricas, que se dan sin que siempre comprendamos lo que decide los resultados; así que tal vez era su destino, pero solo el tiempo lo diría, por ahora ayudarlos a ubicarse en la vida y la realidad que estaban viviendo, ayudarlos a acompañarse y compartir que ellos sabrían qué hacer y cómo hacerlo, con la Gracia de Dios, confiaba Efraín y oraba en silencio.
Antonio y Judit se miraron con simpatía desde el comienzo, se contaron sueños, proyectos, ideales y gustos, se trataron con respeto y cuidado, sin darse cuenta de hasta dónde se estaban acercando uno al otro, moral y espiritualmente; ya se veían como grandes camaradas y compañeros, ya necesitaban verse y saber dónde estaban y qué estaban haciendo, incluso le preguntaban a los demás cuando querían saber del otro, lo que los hacía sentir hermanados e integrados, y se secreteaban todo, cosas había ya que no sabían sino ellos y no le decían a nadie, por ejemplo la canción que estuvieron oyendo, la habían solicitado y la disfrutaron entre ellos toda la noche, sin que se supiera, o el propósito que tenían de ir con algunos amigos a la parte alta del pueblo por la tarde, para ver cómo se iba llenando de luces y sombras, bellísimo decía Judit que se veía, como si fuera otro y el que habían visto durante el día estuviera escondido, o el que guardaba cada cual sin mencionarlo, sobre la conversación que habían tenido sobre amores y noviazgos, sin manifestar más que esa curiosidad que oculta anhelos y sueños, interés y cercanía con el otro, ¿qué pensará de mí, qué diría si le dijera algo?, mejor dejar así por ahora y seguir hablando de la enseñanza de don Guillermo Giraldo o cualquier cosa con tal de no decir más, ni contar su secreto.
Después de que se acordó el juicio popular en el concejo municipal para el alcalde, la gente prefirió irse cada cual por su lado cada cual en lo suyo, confiando en que esta vez sí se cumplieran los compromisos adquiridos por el gobierno y que no hubiera más problemas. Efraín y Judit se habían integrado a un grupo de estudiantes, que disfrutaban de las luces que hallaban en los apuntes de Guillermo Giraldo, habían estado leyendo partes referentes a hechos y experiencias semejantes a los que estaban viviendo, y habían propuesto un estudio a fondo que fueron empezando al calor de los acontecimientos. Cuando pasó todo no se enfriaron los ánimos si no que se enfrascaron en lecturas y comentarios, en una esquina de la calle donde vivía Judit, un nutrido grupo de jóvenes entusiastas de las ideas de Guillermo Giraldo, 7 era un buen número de acuerdo a la ocasión, y tocó recordarles que cada cosa tiene su momento adecuado, que esos estudios les tomarían toda la vida por lo que lo mejor era que se fueran a descansar; así se fueron despidiendo, hablaron de que tenían que verse temprano para planear qué hacer, tenían la idea de ir a los altos del pueblo para verlo anochecer, llevarían una lámpara de pilas y podrían estudiar un buen rato por la noche si quisieran alargar la estudiada, tendrían que llevar algún refrigerio, música para oír durante los recesos, etc.; todos se fueron yendo quedando Antonio de último, que la acompañó hasta la puerta de la casa y le dijo que iba a pensar mucho en ella, no se atrevió a besarla porque quería ser muy cuidadoso, que las cosas fluyeran con naturalidad, desde el fondo del corazón, no como una idea que se tiene por estar solos y cercanos.

                                                   VIII

El nuevo día lucía como que sería uno muy feliz, con las ilusiones que surgían y el amor a la puerta, alegrías yendo de paseo al mirador y el encuentro de los 2 jóvenes, aún en medio del grupo podrían intercambiar algunas palabras, miradas de interés y comentarios secretos, tal vez se cogerían de las manos y mirarían hacia el pueblo, a las estrellas, incluso a los amigos, y seguirían la senda que había trazado Guillermo Giraldo, harían propias sus palabras soñando con un porvenir venturoso, ¡fiesta de la vida rodeada por las sombras que se acercan!, mejores momentos vendrán pero este no se olvida, ¡cómo reían y leían por la noche!, ¡cómo era fácil el sueño y la confianza!, pero ¿habrá entre todas las sombras una peligrosa, una que los lastime?, eso lo verían con la palabra nueva que les surge, verían que hay obstáculos para la vida y que se hace necesario el sacrificio, uno solo continuado.
Antes de mediodía ya estaban citándose, hubo 2 más que se unieron al grupo y acordaron llevar cada cual lo que pudiera, mirando que no les faltara nada: uno llevaría gaseosas tamaño familiar, otro llevaría panes, alguno mortadela y queso, a Antonio le dijeron que él estaba recién llegado y con muy poco dinero, por lo que era suficiente con que llevara la lechuga, otro más avisó que se conseguiría una botella de vino, le pediría a su papá que le regalara una de la tienda que tenían, el de más allá llevaría un reproductor CD y mucha música, a Judit le pidieron que no se preocupara por eso, que ella con llevar alguna copia de las frases de su abuelo tendría suficiente. Claro que Antonio tenía qué hacer, él tenía que preocuparse por su sustento por lo que, como habían acordado la 1 de la tarde para encontrarse, en la esquina en que se habían estado sentando durante la manifestación y tenía la mañana libre, se levantó muy temprano sin preocuparse por el asunto y estuvo preguntando por cualquier trabajo, las tareas que fuese con tal de ganar dinero, aunque aspiraba a algo muy bueno, de acuerdo a su capacitación, por algo habría de empezar. Tanto miró en todas partes, tanto preguntó y busco que tuvo 2 pequeñas tareas durante la mañana: en la primera, muy temprano casi a las 7, un bodeguero de un depósito de comestibles estaba afanado y no quiso esperar los coteros, pues entonces le dio unos cuantos pesos por descargar una camioneta y le regaló unas galletas y una bolsa de confites, pero mero regalo, no pago en especie, por haberlo conocido durante la manifestación al lado de la nieta de Guillermo Giraldo; el otro trabajito fue casi a las 9 de la mañana, en la plaza de mercado necesitaban empacar papas, tomates, cebolla, mangos, ciruelas, guayabas, naranjas, etc. en paquetes para vender paquetes al detal, así se le fue la mañana y quedó en volver al día siguiente, había contado que tenía una excursión a los altos y deseándole suerte le regalaron 1 paquete de ciruelas, pero si se comprometía a volver al día siguiente; así fue, terminó al mediodía y se fue a almorzar a una de las sancocherías de la plaza de mercado, era temprano cuando terminó, así que se puso a pasear por la plaza y sus alrededores, ávido de conocer lo miraba todo pensando que se acostumbraría y tendría mucho qué contar, habría vivido lo que en los libros no es muy claro, solo pista incompleta, sin vida ni pensamiento vivo, eso era bueno, lo mejor, tener en sí la vida donde descansan el poder y la soberanía.
En un paseo juvenil todos van cantando, cantan los corazones, los rostros se iluminan y sale la alegría liberada en canciones, en charla y chistes, mucha actividad como para no dudar que la vida se renuevas continuamente; incluso Guillermo Giraldo se sentaría a esperar un milagro, que los jóvenes lleguen más lejos de donde él llegó y poder descansar de preocupaciones y sueños fallidos, como los sucesos del día anterior lo podían confirmar, la vida encuentra su camino y uno no tiene más que decir cuál es su experiencia, que los jóvenes saben qué camino tomar. Cuando todos estuvieron presentes en la esquina del parque, y después de revisar que no les faltara nada de lo que necesitaban, iniciaron la marcha; iban cantando, llenos de alegría y despreocupación, como si nada más importara en la vida, como si nunca hubieran existido sombras y no fueran posibles, los amigos van confiados, los sueños e ilusiones de Judit y Antonio en secreto, un tal vez y un ojalá en las miradas y seguramente en esos pequeños movimientos con que saludamos, nos acercamos y decimos cualquier cosa.

                                                     IX

Judit y Antonio iban entre los otros 7, no dejaban de mirarse y ayudarse a llevar algún paquete, tan pronto lo cogía Antonio ya Judit le pedía que la dejara llevarlo un rato y lo mismo en caso contrario, animadísimos pero con una idea que importaba más que cualquier otra cosa; todos lo notaron o al menos supusieron que se estaban interesando y dejaron que se fueran por donde querían sin decir nada, claro que los ayudaban, pretendían ayudarlos pidiéndoles un favor, por ejemplo llevar el agua que habían recogido en un hilito de agua por el que habían pasado, o decirles que sostuvieran el alambre de una cerca que pasaron, mientras pasaban los demás, y que ellos se ayudaran solos en la cerca.

       -       ¿Quién lleva los CDs?- se oye una voz en un momento en que quisieron cambiarlo porque había terminado el que sonaba.

    -       Pregúntenle a Antonio o Judit, alguno de ellos los debe tener- alguno tenía que volver a asociarlos.

      -       Nosotros no los tenemos- grita Judit que iba rezagada con Antonio-, deben ir adelante con Fernando, él era el que los traía.

Y todos, siguiendo a una prima de Judit, Yolandita le decían entre todos, que iba con ellos, se volvieron a mirarlos, como si no entendieran cuando dijo:

     -       Si yo creí que la música que voy oyendo viene de ellos, ¿será que no se dan cuenta?- con una expresión que sugería que tal vez no entendía la situación o dudaba-, ¿quién me puede explicar esto?

     -       Lo que pasa- dijo otro de los jóvenes-, es que ellos están esperando un buen momento, para darnos la noticia de que se han hecho músicos desde el día de hoy y para siempre, dejémoslos tranquilos que ellos sabrán cuál es el mejor momento.

Todos reían con estas cosas, Judit y Antonio lo negaban sin mucha convicción, como deseando que ya se hubieran dicho todas las cosas, que las cosas quedaran así como les decía el corazón y sugerían los demás. Todos muy alegres, pero cuando llegaron colocaron sus cosas en un solo sitio, cerca al borde de una mesita con prado que daba a un ladera bastante inclinada, y se propuso empezar por la lectura de algunas páginas de don Guillermo Giraldo; lo harían varias veces comentando y reflexionando sobre lo que leyeran, eran unos jóvenes muy alegres y despreocupados pero estudiosos y responsables.

     -       Tengo una página que me gusta mucho- dice Judit-, es un extracto de comunicado y unas reflexiones, creo que podríamos empezar con eso.

     -       ¡Qué la lea Antonio!, es un buen lector, a mí me gusta mucho como lee- dijo Marina, una de las muchachas del grupo.

      -       Trato hecho, muéstrame la página- respondió Antonio, poniéndose a leer.

Y decía así el extracto con las reflexiones, solo transcribo lo que leyeron:

“…porque los pueblos que se organizan para la guerra, aunque sean fuertes y venzan en la batalla no marchan hacia el progreso y la gloria, solo tendrían la ilusión por un momento y luego el ocaso, su desaparición y olvido. Aquí tenemos el compromiso, ante la opinión pública y todos los sectores populares, de exigir por los medios legales a nuestro alcance y sin desorden ni violencia, a los poderes públicos que se nos atienda y resuelvan una situación que consideramos anómala, por no estar acorde con el ordenamiento político y legal que nos garantiza educación y salud, en condiciones de igualdad; no trabajamos y pagamos impuestos para que un gobierno corrupto e ineficiente nos tenga abandonados, después de años de conversaciones, denuncias y protestas, nos quieren salir con el cuento de que tenemos que esperar porque no hay dinero ni los planes elaborados con nuestra participación tengan valor práctico ni legal…”

Reflexión 1: No es posible sin movilización popular que seamos atendidos y escuchados para resolver nuestros problemas.
Reflexión 2: La organización debe ser continuada no meramente circunstancial porque se pierde la fuerza necesaria para el éxito.
Reflexión 3: Un país en medio de la anarquía no es garantía de derechos y justicia, solo dolor y muerte son posibles en ese caso.

Reflexión 4: La guerra es ajena a los intereses del pueblo, nuestros intereses deben estar con el ordenamiento legal y la organización y movilización popular, ciudadana y patriótica.

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