jueves, 6 de marzo de 2014

Dios los hace para que se junten (Parte 5)



XII

La palabra estaba dicha y era sagrada, tenían un compromiso que no era la cumbre más alta de sus sueños pero los hacía muy felices, tal vez en otra ocasión, tal vez encontrarían la manera de hablar de los dos y se atrevieran, solo era cuestión de un poco más de confianza pero ya lo sabían, en cualquier momento oirían esas palabras de sencillo y puro amor, con que los jóvenes se comprometen a ser novios, un beso se darían y cogidos de la mano olvidarían todo lo que fue su vida antes de encontrarse y comprometerse. Lo bueno es que tenían muchos motivos, pensaban ambos sin decirse nada, y uno de ellos, uno de los más importantes eran las palabras de Guillermo Giraldo iluminándolos, enseñándoles a construir su mundo perfecto y a encontrar el camino, ¿qué decía él que fuera amor?, pues si uno entiende lo que es la vida, la familia, el pueblo y el amor, sabe que todo se reducía a esa palabra, y lo estaban empezando a entender de esta manera.
Cuando Antonio y Judit se despidieron y tomó cada cual por su lado, Judit entró a su casa y encontró a su familia frente al televisor, viendo un seriado nacional sobre policías y crimen organizado y conversando; era un interesante documento que le servía a Efraín y Eloísa para ilustrar y orientar a los menores de la familia, eran otra mujer y dos hombres, uno de los muchachos de 12 años, el otro de 9 y la menor de la familia de 6 años, todos muy juiciosos, responsables y bien orientados, como Judit que los saludó a todos alegremente y se sentó con ellos a ver el seriado. La mamá se quiso levantar a servirle la comida, pero Judit le pidió que esperara, en los comerciales irían las dos y la servirían en un momentico; pero no se puso Judit a contar cómo le había ido, solo dijo que muy bien y se pusieron a contarle el episodio, para ponerla al tanto de lo que había pasado; en ese caso los muchachos tenían algo qué explicar, sus padres ya lo habían hecho y ahora les tocaba a ellos, ¡qué alegría poder hacerlo!, más aún, eran los menores enseñándole a la mayor, la que más sabía porque llevaba más tiempo escuchando y por ser tan estudiosa. Entonces estaban pasando un agradable momento en familia como siempre, Judit escuchando las explicaciones de sus hermanitos como si nada y muy atenta a lo que hicieran o pasara, y esto lo notaron incluso los pequeños, supieron que tenía algo qué contar, algo especial, ¿sería un descuido de Judit, o una indiscreción?, no, es que quiso más que nunca demostrarles su cariño, hacer ver lo feliz que se sentía con ellos, compartiendo un momento tan lindo, toda la vida se querrían mucho y nada podría separarlos; esto no lo dijo pero era su actitud, como si lo diera por sabido y los demás la notaron distinta. Hubo comentarios al respecto, todos lo comentaron, pero Judit no quería hablar de eso que la hacía sentir tan feliz, después sería y no le pudieron sacar una palabra, allí no la iban a forzar, ni Efraín ni Eloísa que tenían autoridad y sabían lo buena hija que había sido siempre, simplemente la dejaron con su secreto, que para los dos esposos no lo era, trataron que estuviera tranquila y se fueron a dormir satisfechos de un día más de esfuerzo, y llenos de ilusión porque su hija mayor se estaba convirtiendo en una jovencita muy culta y bien educada, que podía tomar sus propias decisiones sin que se alteren la armonía y equilibrio que desde siempre habían cultivado en su hogar; ellos no podían vivir las vidas de sus hijos, ni estarían con ellos a su lado para siempre, pero creían que esa armonía no se podía alterar si estaban actuando con responsabilidad y sentido práctico por la vida, la familia y la patria, eso era lo único que pedían, lo único que los preocuparía, ni siquiera el hecho de tener algunas costumbres algo anacrónicas solo por gusto, porque no creían que todos tenían que hacer lo mismo.
Mientras tanto Antonio se fue para su hotel a estudiar, pensó que era mejor revisar los apuntes y lo estuvo haciendo hasta el noticiero de la medianoche, en que se sentó en la solitaria salita que había para ver televisión; con esto dio por terminada la jornada y se fue a dormir muy ilusionado con el porvenir que se le presentaba, estaba seguro que don Efraín, doña Eloísa y todos los demás compadres lo podían ayudar a conseguir trabajo, y buen trabajo, ojalá en el campo, lo que fuera que cualquier cosa sería un buen comienzo, sabía lo que se puede con dedicación y estudio, dos cosas que caracterizaban el medio al que se había conectado; por ahora era solo un estudiante inteligente y novato activista popular, pero no más con el grupo que había estado de paseo tenía 8 voces que lo presentarían como es, y creía que eso sería suficiente para tener apoyo. Además estaba el asunto con Judit, era cosa seria, en él que no era capaz de interesarse por cualquier cosa o persona se había convertido, en tan poco tiempo, en algo que lo hacía pensar todo con mucha seriedad y cuidado; en todo momento se descubría con pensamientos de cálculo y proyección, su vida, las distintas etapas por las que tenía que atravesar, madurando y haciéndose conciente, de la responsabilidad que representaba el darle pábulo a ilusiones y sentimientos de alguien tan especial, su inteligencia e inocencias eran destacadas, a alguien que bien valía toda una vida de sacrificio y felicidad compartidos (“!uy, otra vez pensando lo mismo!”, ¿será que se estaba enamorando?) y no se estaba engañando ni equivocando con los cálculos que hacía, no necesitaba muchos testigos y tiempo para saber que valía la pena, lo mejor era tomar las cosas con calma y pensar en otras cosas primero, que si seguían las cosas como iban, iba a estar pensando durante mucho tiempo en Judit y tratándola muy seguido. A propósito, recordó los apuntes del maestro, como le dijo a don Guillermo Giraldo, y supo que estarían juntos mucho tiempo, afortunadamente era buena, porque ese corazón suyo que había cuidado siempre tan bien, pensó, ya no le pertenecía, lo había dejado en sus manos, en el parque, hablando entre ellos y de ellos, esa primera vez. Así se durmió, ya no preocupado por sus asuntos sino confiado y viendo que podía sobrevivir y avanzar, sería muy experto y conocedor aprovechando el esfuerzo y la experiencia de don Guillermo Giraldo, el maestro, su maestro. ¿Qué habrá pasado, por qué en el primer lugar al que llegó encontró su fortuna, la que buscaba y quería para él?, a veces sucede, es cierto, pero se admiraba y maravillaba que le hubiera sucedido todo lo que quería, tan pronto y casualmente; ¿sus padres, su familia?, tendría que escribirles, mejor que por teléfono, contándoles todo pero iba a esperar unos días, hasta que tuviera definida, con mayor claridad, su situación, confiaba que se alegrarían y lo acompañarían, ya que él no quería ser un burócrata, el rey de los burócratas o cosa alguna por el estilo.

                                                            XIII

¿Qué lo esperaba en este nuevo día, qué sorpresa y maravillas?, era mejor tener esta confianza, sabía que se podía repetir y así lo esperaba, trabajar todo el día con empeño, acudir presuroso a su cita con Judit y un nuevo mundo que se había abierto ante sus ojos, sería un gran mundo, más que ilusión y sueño, realidades por las que se vive. Saltó de la cama con los primeros rayos del sol y salió después de bañarse y vestirse, desayuno en la plaza de mercado y se puso a trabajar casi de inmediato, solo lo detuvo una breve charla con los compañeros, que le preguntaban cómo le había ido la tarde anterior, querían saber qué habían estudiado y quedó en que les pasaría en cualquier momento una copia de sus apuntes. A eso de mediamañana vió con agrado que se acercaba don Efraín Martínez en persona, sonriente y saludándolo con aprecio y señal de respeto, como si fuera de confianza y estuviera hablando con un amigo del alma, ¿sería que Judit le habló de ellos?, o ¿sería que había comprendido y lo tenía por alguien honorable y de valía, mejor dicho lo aceptaba en su familia con confianza?. De inmediato notó un cambio, muy bueno y favorable para él, en la conducta de la gente, lo miraban ¿sin tanta confianza?, no, ellos entendían la clase de gente que era don Efraín Martínez, su seriedad, experiencia y confiabilidad, por lo que estaban seguros, desde ese momento y para siempre, que ese joven tan trabajador y simpático, que les había caído tan bien a todos, definitivamente era un caballero, alguien honorable al que había que tratar con respeto y en quien se podía confiar; además lo habían estado tratando entre todos los compadres y esos juicios que se habían emitido tenían que ser muy claros, para demostrar ese gusto e interés en el joven, que, según habían dicho por su observación, los trataba como algo muy valioso, lo único que importaba en la construcción en que estaban empeñados los Giraldo con los Martínez y sus allegados, en otras palabras se supo que había llegado de otra parte hace unas horas pero todos se vieron identificados con él y él con todos, mientras hablaba de la gente trabajadora, porque hay otra que no cuenta para nada. Por ejemplo, el par de mancornas de que les hablé al comienzo, que Antonio confundió con un par extraterrestres  tal vez, y que se sentían como pez fuera del agua en un sitio en que todo era trabajo, y que se molestaban tanto con cualquier actividad del pueblo; estos se reconocían desde lejos por ser tan distintos, contrario a lo que pasó con Antonio, que solo era alguien más, uno de su misma especie, sangre y vida.
Don Efraín, así le decían todos, no venía solo a saludar, él había visto el interés de Antonio por trabajar para el pueblo, creyó en su capacidad y pensó que sería una buena idea ayudarlo, por eso le ofreció un trabajo. Un hermano, Alfredo, tenía una pequeña finca y quería iniciar un criadero de gallinas y producción de huevos, sabía lo que tenía que hacer pero sin gran experiencia; por eso necesitaba alguien que se preparara muy bien, estudiando los secretos de tal actividad, para eso iba a empezar con un pequeño criadero, con el cual capacitarse poco a poco, y necesitaba a alguien que se encargara de todo, pero tenía que ser alguien estudioso que aprendiera incluso la administración de tal negocio; de esa parte se encargaría Efraín en persona y lo demás con el conocimiento que había y el que adquiriera, cursos por internet, literatura agropecuaria y videos que se conseguían por montones. Por eso se les ocurrió que Antonio podía servir, era estudioso, responsable y honrado, no era mucho tiempo para conocerlo pero ellos lo habían probado, lo estudiaron con mucho cuidado y supusieron que no arriesgaban nada, no podían estar equivocados en su apreciación y juicio.
Don Efraín se sentó al lado de Antonio, en un bulto de plátano que tenía para empacar, y le contó de qué se trataba, estaría en un buen lugar, aprendiendo y ganando un buen salario, eso sería más de lo que estaba haciendo y podrían seguir tratándose, siempre había tenido interés en ayudar a los jóvenes que querían progresar con estudio y trabajo.

      -       ¿Qué dice usted, Antonio?, ¿se le mide a ayudar a montar un criadero en grande con mi hermano?, fíjese que le tocaría trabajar muy duro y tiene que estudiar el negocio, porque si no es así pues no sirve- mirándolo trabajar le preguntó y esperó su respuesta.

     -       Pues claro que sí don Efraín, me gusta mucho la idea, solo quisiera saber cuándo empiezo y avisarle al patrón para que consiga otro que se encargue, no me gustaría dejarlo colgado con el trabajo- y esperó confiadamente respuesta.

    -       Tan pronto pueda me avisa y empieza de inmediato, no es sino que se vaya para la finca y se le dice lo que tenga qué hacer, para que empiece a organizar todo, ya tienen listo lo necesario para comenzar- así aclaró todo suficientemente y esperó respuesta.

     -       Listo, don Efraín, quedamos en eso; ya mismo le aviso al patrón, supongo que esta tarde quedo libre, si no es que se consigue otro empleado antes, ¿puedo ir a su casa a avisarle cuando esté listo?- y era una sonrisa completa, extraordinaria la que se vió.

      -       Entonces me avisa, lo espero por la noche en mi casa, a las 7 y ½ de la noche, para que hablemos- y se fue dándole la mano como a alguien que se aprecia.

Así las cosas, Antonio recordó, poco después de que don Efraín se fuera, su cita con Judit y le pareció que estaba metido en un problema, si no iba a la cita con ella, quién sabe cuándo pudieran volver a verse; tendría que hablar con ella en secreto para confirmarle la cita, en caso que se demorara y se le dificultara cumplirle, o ponerse otra cita en un momento en que pudieran hablar a solas. Esta situación le generó un torbellino de emociones, ideas y pensamientos que lo tenían confundido y preocupado; tal vez no era sino que se preocupaba demasiado pudiéndose quedar tranquilo, no tenía por qué ver un problema cuando aún no lo había, aunque era mejor estar listo para lo que pudiera pasar: él no se ahogaría en un vaso de agua y mejor olvidó el asunto, ya vería cómo salían las cosas y le cumplía a ambos.
Al rato de haberse ido don Efraín buscó al patrón y le avisó que no podía seguir con su trabajo, le explico los motivos y le dijo que ojalá consiguiera pronto otro empleado, mejor si fuera para ya mismo, no quería dejarlo colgado pero no podía seguir con el puesto.

    -       Claro que sí, hombre Antonio, no se preocupe por eso, mañana ya le tengo reemplazo, y me alegro por usted, con don Alfredo se trabaja muy bueno y seguro que le va a ir bien; ahora mismo le tengo el pago del día y le deseo mucha suerte- y se fue el patrón a sus quehaceres, dejándolo con sus pensamientos y sueños.
Esa noche fue la mejor de su vida, tenía una gente, muy valiosa para él, que lo recibía en su hogar sin recelos ni desconfianzas, más allá de la cordialidad y simpatía, eran amistosos y generosos con su hospitalidad, y él, que era tan correcto, no los iba a defraudar, le ofrecieron su amistad y él apreciaba eso más que cualquier otra cosa, así que les tenía que corresponder y hacer lo que fuera por su felicidad; ¿Judit?, era el sol que iluminaba su camino, era el comienzo del mundo soñado y por ella haría el sacrificio que fuera, sabía que estaban muy jóvenes para pensar en otras cosas, pero eso no lo preocupaba, podía esperar que, como dice cierta canción: “cada fruta es madura en la época justa y en justa medida”; además don Efraín y doña Eloísa eran gente inteligente y comprensiva y los sabrían orientar y apoyar, con ellos tendría la familia que había dejado atrás, a lo lejos, y que ojalá, aunque siempre habían esperado de él algo distinto, aceptara su decisión y camino. No olvidaría que estaba al comienzo de sus sueños y que estos no serían realidad sino después de mucho esfuerzo y un largo recorrido; y no estaba mal que cultivara sus sueños, que soñara junto a Judit y con ella, pero había que ser práctico, ir adquiriendo experiencia y tener confianza que ya tenía motivos para eso, sin importar cuantos obstáculos hubiera, los problemas que surgieran ni las amenazas presentes o futuras. Tenía a Judit que era lo más importante, más adelante podrían formar una bonita familia, como la de don Efraín Martínez con doña Eloísa Giraldo, y así construirían el mundo que amaban y soñaban, su vida cultivando las bienaventuranzas para siempre, el paraíso prometido.   


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