No lo querían, como tampoco a la muerta aunque por
distintos motivos, es que era tan honrado, decente y serio, es que sabía tanto
y lo entendía todo tan bien, casi sin esfuerzo; la muerta no, pero lo prefería por
ser el fruto de sus sueños de novia y recién casada, estaban de acuerdo y
aceptaban que ese era el camino aunque fuera distinto el que seguían, en medio
de las cenizas de sus sueños de madre había dejado claro que ese si era hijo,
aunque la mirara de lejos, como pensando no más que él era distinto pero sin
decirlo, es que estaba muy ocupado con sus cosas y sueños propios.
Y lo quisieron muerto, que se fueran los 2 en el
mismo ataúd, o al menos en el mismo entierro, o siquiera la misma semana; pero por
su nobleza y magnanimidad confiaron que los ayudara, que fuera el sostén no
solo de sus gustos si no de sus ambiciones, que se ablandara y dejara de ser
tan estricto y selectivo, si no ¿para qué tanta grandeza e importancia si no la
disfrutaba con ellos?, si no se la iban a reconocer y le tocaba conformarse con
un plato de comida y un colchón en el suelo, como los perros, mientras
arreglaban los asuntos de la casa y el dinero que había dejado la mamá para
todos por igual, más una muy buena suma para él.
Eso era lo peor, que no encontraban la manera de
dejarlo sin nada y ponerlo a pedir limosna, haciendo que se olvidara de la
capital, tan lejana con sus grandezas y miserias, tan fría y salvaje que los
asustaba y los ponía a gritar, mientras discutían lo que veían en ese que se
había convertido en un intruso, con su mirada directa y clara, sin equívocos o
hipocresías, haciendo las cosas de frente porque lo que hacía estaba bien y no
era un problema, y esa resistencia y fortaleza para estar tranquilo en medio de
mentiras, violencia y ofensivos desaires. Pero no se resignaban a dejar las
cosas así como estaban, aún no habían enterrado a la mamá que se equivocó al
cuidarlos a todos, aunque lo reconoció en sus últimos días; algo tenía que
pasar que confundiera esa mole de frialdad, conciencia y lógica, aprovechando
que se reunían los parientes, aprovechando el cinismo y la crueldad de algunos,
alguna palabra descortés, algún comentario injustificado sobre las cosas del
forastero, tal vez la discusión que tantas veces habían intentado y que en vida
de la madre había fracasado: irracionalidad, calumnia descarada, oposición
sistemática a su presencia, forma de vida
y pensamiento, cualquier capricho convertido en la batalla final entre
ellos, que si habían sido hermanos ya no se querían ni se miraban como tales,
ni ante el cadáver de la que quiso enmendar su olvido en sus últimos días,
dejándole algo especial.
-
¿Qué le decimos
para que se enoje?- preguntaba la malvada hermana, viéndose así como una bruja-
tal vez si le decimos algo de esa vieja.
-
Ya está enojado
pero no lo dice porque sabe que si no dice nada nos friega- respondía el
hermano alocado, con su cizaña a la vista- ¿por qué no se le acerca y lo toca?,
si se anima lo tenemos cogido.
-
Esas cosas a él
no le importan pero las desprecia y así no hay cómo- responde la bruja haciendo
el gesto de clavar las uñas-, invítelo a beber, lo deja borracho y yo le caigo
encima para dañarlo.
-
Usted me deja
toda la responsabilidad a mí y luego se quiere hacer la santa- airado el loco,
muerde palabras, se revuelve y extravía la mirada en un mar de sombras
siniestras.
-
Hablémosle de la
vieja, le decimos que sufría por él y que tiene la culpa de haberla hecho
sufrir- suspira ella, casi un gruñido suave soñando en el casi muerto y su dinero-eso
tiene que dar resultado: cuando se defienda lo fregamos negándole cualquier
cosa que diga, el argumento que sea.
-
Usted verá1
pero a mí me ha dejado con los crespos hechos, me mira no más y se calla como
si supiera la clase de vida que le tocó a esa vieja- con tristeza de loco
embrujado, con dolor en los ojos se calla-, siquiera se murió aunque lo tuvo en
cuenta y nos fregó dejándolo mejor que a nosotros.
-
Mejor no hablo
con usted, no sirve para nada y se me quiere tirar la idea, si estoy pensando
una cosa ¿por qué me lleva la contraria?, ¿no será que también se quiere morir?-
insinuante se para y se va hacia la cafetería de la sala de velación, donde ve
al forastero, rodeado de gente.
-
Quiubo, hermana,
¿quiere tomar tinto?2, ¿y Pepe ya tomó?- sin preocupación le habló
Jorge, su enemigo favorito; (“¿será cierto que pagan todo ese dineral por
matarlo?”, pensó Isabela, Caína y mosquita muerta.
-
¡Uf, qué pereza
tomar tinto!, estoy cansada de tomar- y quitándole el pocillo de la mano
terminó así- déjeme me tomo el sobradito3, ¿no lo ha babeado?
-
Yo no soy un
cochino, mejor pida uno y deja lo que no se quiera tomar, que yo me quiero
tomar el mío- pero no se lo devolvió.
Entonces Jorge dio la espalda y se fue entre
desconocidos, gente que no recordaba y que tal vez ya lo habían reconocido,
aunque no dijeran nada, se conformaban con sonreír y mirarlo de lejos,
envidiosos y codiciosos, malignos en su interés; ¿alguno sabía las cosas que
había hecho, soñando oírle confidencias, secretos especiales, no las cosas
comunes que se chismosea en los corrillos?, seguramente se soñaban tomando
parte en decisiones y acontecimientos históricos, pero no se atrevían a hacer
nada, es que eran tan distintos, tan alejados tal vez desde niños, con los
primeros sueños, es que había tantas cosas para olvidar, tanta cobardía,
deslealtad y traición alejándolos de su dicha. Pero un grupo de las famosas
beatas empezó algún rezo y Jorge se animó a participar, dejando sola a Isabela
con el tinto que le había quitado, y echando fuego por dentro, ella, fingió
interesarse pero se quedó distraída en el reino del Nunca-Jamás, aquel reino al
que le rendían tributo casi todos los de aquel velorio pero en el que se
destacaba Isabela; ya se sabía cuál era el reino que se soñaba, donde sin
ningún esfuerzo lograba lo que quería y gozaba, mandaba e incluso mataba,
reinita de pacotilla le decían y no se preocupaban por no entender sus
delirios, su forma de vida, no mera vanidad y entretención.
Todos los que tenían algo que ver con doña Esmeralda,
allí en la sala de velación, se hacen presentes ante el ataúd, los 3 hijos, algunos
nietos, sobrinos, primos, unas amigas de cuando estaba soltera, la señora de la
tienda diagonal a donde vivía; y empieza el coro de oración aunque cada cual
seguía en su propio mundo, no se fueron por el camino de la cruz, eso no era
con ellos, pero miraban con disimulo al único que parecía de verdad, no una
careta de lo que sea con cualquier contenido oculto. No era tanto el misterio
porque ya eran conocidos de vieja época y las cosas ocultas con el tiempo se
conocen, no se podía confiar en el lobo que habían visto de vez en cuando, pero
se descuidaban soñando, pensando que el intruso se iba en unos días pero se
podían quedar con su gloria, ¿quién quita?, tal vez hasta los nombraran para un
cargo importante, de reyes o emperadores y sin sacrificarse como Jorge, el
forastero, al que temían porque siempre los veía como eran y, aunque no decía
casi nada, dizque la buena semilla hay que saberla sacrificar, dizque no tiraba
sus perlas a los cerdos, pues hablaba al verdadero ser que se escondía en
costumbres, ritos, rutinas, solo a ese tal morando en las sombras, sin
presionarlo nunca y dejando que decidiera su destino, en medio de la ignorancia
y sueños absurdos.
Tenían que salir todos, a las 10 y ½ de la noche cerraban la sala de velación y
hasta el otro día, bañados, perfumados, vestidos con sus mejores galas
funerarias, se volverían a ver y a seguir con el ridículo papel del que no mata
una mosca pero quisiera tener cómo, como si se merecieran ese dudoso honor y se
los estuvieran demorando; ¿Jorge?, él había logrado que grandes líderes, jefes
muy importantes a nivel internacional escucharan sus palabras y las discutieran,
poniéndose a hacer camino con los resultados, incluso se decía que había mucha
gente a la que manejaba con el meñique de la mano izquierda, a pesar del
pensamiento que había desarrollado de servicio, fraternidad y justicia, sí, lo
escuchaban y seguían su camino pero por confiar en su sabiduría, bondad y
espíritu de sacrificio, nunca que hubiera echado un cuento y los manipulara y
violentara. Eso era lo que no pensaban, en sus calidades de amigo del amigo y
buen compañero, pensaban no más en quitarle un tinto y tomarse el sobrado,
invitarlo a la esquina a fumarse un cigarrillo, decirle lo felices que eran y
confiar que los mirara grandiosos, para ser admirados por los demás y acatados,
además había la posibilidad que alguno se enojara con Jorge, y quisiera
explicar las cosas a su modo violentando toda razón, ¿qué tal que así la gente
cayera a los pies de uno y no pudieran resistir más sus caprichos y pequeñez?.
Por ejemplo, uno de los amigos de juventud, uno que
también participaba de las honras fúnebres, rezos, tinto y charla con los que
se pudiera, había pensado que era su oportunidad gloriosa, tal vez nunca más, en
lo que le quedaba de existencia, podría obtener la admiración y el respeto de
la gente del pueblo, de tal manera que lo compararan con los grandes y le
permitieran vivir así; entonces se dijo que tenía que hacer algo para
aprovecharse, algo que nadie más iba a hacer y fue que al día siguiente, cuando
se encontraron de nuevo, lo invitó a almorzar, el entierro sería por la tarde y
ya estaría consagrado como algo único, algo tan especial que no tendría sombra,
incluso los líderes del país y los grandes del extranjero lo sabrían y se
acercarían a escucharlo, pero no los miraría, seguiría como si nada demostrando
su autoridad e importancia.
Jorge no podía, estaba en la casa de la finada, su
mamá, y allí vivían la hermana, Isabela, y 2 de sus hijos, la mayor estaba
lejos trabajando, además Pepe estaba de paso unos días, eso decía hace tiempo
por no irse a llevar del bulto4 a cualquier parte, donde no lo
conociera nadie para no tener que explicar nada y pasar la vergüenza de
reconocer su fracaso; entonces Jorge le dijo a Tití, apodo del amigo que
realmente llamaba Eduardo, que le gustaría mucho pero que tenía que estar en la
casa, por si acaso lo llegaban a necesitar para algo, que mejor en otra
ocasión. ¡Qué amigo tan comprensivo!, ¡qué amigo tan realista!, si era lo que
había que hacer no había ningún problema, en otra ocasión sería; pero por
dentro iba la procesión, él no se iba a dejar que lo despreciaran, a él tenían
que admirarlo y la mejor ocasión era durante el velorio por la mañana, saldrían
a almorzar temprano, lo demoraría lo más posible y llegarían justo cuando
estuvieran iniciando los últimos rezos antes de salir para la iglesia.
-
(¿Qué pasó
hermano, por qué la demora?, íbamos a empezar sin usted- sería todo dicho
delante de la gente más elegante y perfumada y le preguntarían al maldito Tití-
¿nos honra acompañándonos a la oración y después a la misa?)- ¡Ah, qué vida la
que se daría!, con solo hablar se daría el gusto que fuera- soñaba y pensaba el
tal Tití).
Jorge supo esto y miró de frente sin darle
importancia, le habló al hipócrita y calló, solo ese camino y los demás
tuvieron que seguir con tal rutina, sin poderse salir de sus papeles y sueños
de codicia y ambición; Jorge tuvo cuidado pero no se preocupó, sabía lo que era
eso para ellos, no solo Tití, tener que mirar de frente y no tener más que su
farsa, ¿qué hacer para enfrentarlo y obligarlo a entregar su peso y talla
descomunales?, aún no habían comprendido lo absurdo de su sueño, y nunca lo
comprenderían, porque tenían que renunciar a la comodidad, ausencia de
sacrificio y conformismo, lo que era imposible, estaba en su naturaleza
mediocre en todos los aspectos de la vida. Entonces Tití tomó una decisión
radical, lo mataría cuando fueran a entrar a la iglesia, allí acabaría con su
vida del montón y sería famoso, todos lo aplaudirían y dirían de él lo que
decían de Jorge, ¿cómo sería esto?, pues no lo pensó más solo lo decidió y
hasta ahí llegó su coraje pues no se atrevió a dar la cara, no pudo ni siquiera
intentarlo y pasó al olvido, mezclándose con los demás en la puerta de la
iglesia y despidiéndose de Jorge. Desde ese momento no volvieron a charlar si
no una vez, en otra ida de Jorge al pueblo, en que ya se había olvidado el
entierro y lo del almuerzo, no lo volvieron a mencionar, pero Jorge siguió
mirando las cosas de frente sin dejar de ver hipocresía, envidia y maldad,
siguió con su sacrificio, lejos de la gente que no había respetado ni siquiera
el cadáver de su mamá y su último adiós.
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1- Usted verá:
Usted piense y decida
2-
Tinto: Bebida hecha con café y agua.
3-
Tomar el
sobradito (o comer): Señal de afecto
y cariño, incluso de coquetería.
4-
Llevar del
bulto: Pasarla mal, tener
dificultades, aguantar hambre y desamparo.
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