Tengo
una cuenta que no pago y mis enemigos lo ignoran, dizque me chupan la sangre
pero los detuve en la finca, que no vayan al pueblo y puedan defenderse del
demonio, lo vi y sé que me escucha.
Aquí
quedan los tesoros que amontonan el amo y su familia, siempre acuciosos
aconsejando y solo ven sus placeres, ni entienden cuánto sufro, ni mis sueños
que cuando duerman saltarán contra ellos.
Hubiera
querido que no me pillaran en las cuentas, seguiría chupándoles el dinero y no verían
cuánto guardo para mí; si una noche sin luna siguen las luces que se esconden
en los cultivos, no serán más mis verdugos, los aso y me los como.
Mejor
me acerco a las lucecitas que se ríen buscando algo misterioso, ¿será el amo o
alguno como él con hambre, corazones negros sin razón en su confianza?, me
llevo el misal de mi abuela y les pregunto.
Me cogieron
descuidado estos demonios, me tocó la hora de que me frían en su paila por
andar buscando esa paila para otros, ¿tendrá el amo la suerte de caer como yo?,
tal vez no encuentre el misal, me maldiga y nos encontremos.
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