La bella avenida atiborrada de gente, a pesar del
aguacero espera la caravana del ilustre visitante, ¿qué ha hecho, qué promete?,
es con todos el frío jolgorio que animan.
Una puerta se abre y desciende del avión un artista, canta
sin que a nadie moleste, no a todos gusta pero es negocio y hay que acompañarlo
con coros y aplaudiendo.
Parece de otro mundo por sus trajes, nadie va al paso de
sus gustos pero se conforman con que los mire y sonría, ¿habrá sueño más lindo
que estar a su lado con los fotógrafos?
Luego del evento se requiere una fiesta exclusiva, que
hasta el diablo participe y se les metió, hace mucho que se sabe pero como es
una estrella lo consienten, qué mejor que ser ofrendados a su gusto.
Se rumora que en medio de su orgía tenebrosa, se oyen
gritos diabólicos que a las almas nobles nunca hieren, pero el silencio es de
hierro cuando las víctimas protestan pidiendo libertad.
Se fue el gigante del espectáculo con su séquito de
demonios, y en el antro del banquete quedan sombras vagabundas, arrastran sus
cadenas caminando hacia los infiernos, con una carcajada que los guía.
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