Dulces de
Navidad
Una noche para el amor de Dios encarnado entre
nosotros, una noche en que todos se alegran y los niños se acercan al árbol
antes que los demás, sus regalos están muy bien envueltos y no se sabe qué son
pero hay un par que se conocen de antemano, también envueltos en papel de
regalo, uno con aviones y cohetes, pero que dejan ver su forma y tamaño; todo
un año prometiéndole al Niño Dios que se manejarían muy bien, cosas como que harían sus deberes escolares
todos los días sin pereza, que mantendrían organizado su cuarto, que les
prestarían sus juguetes a sus amigos y que serían siempre muy obedientes, y
culmina la campaña con esas 2 bicicletas empacadas debajo del árbol y que solo
pueden coger la noche víspera de Navidad, en que se sientan todos alrededor del
árbol a destapar los regalos.
Más allá de esa noche, en Navidad y todos los demás
días, todo es apresurarse en ir en las tardes al parque montados en bicicleta,
ir con cuidado y despacio por las calles sin incomodar a la gente, así el Niño
Dios los mirará con gusto y el abuelo que los acompaña no se pone serio y los
lleva de regreso a la casa.
Pasar la tarde en el parque se volvió una costumbre
de los niños desde que el Niño Dios les trajo su bicicleta, y los viejos se
sentaron en un escaño a leer y ponerles cuidado, que no les fueran a robar las
bicicletas o a tener una caída grave, ellos se caen de vez en cuando pero no se
acude porque tienen que aprender a pararse solos. Así que puede ser una
magnífica oportunidad de que vean que uno los está cuidando, que uno no les
pierde ojo, cuando nota uno de ellos que los dulces que le habían comprado y
guardaba en el bolsillo se le han caído; ya no es el niño el que reza confiando
que le den su bicicleta, ahora es el abuelo que quiere hacer sentir al niño que
puede estar tranquilo, y sin más que oírlo le dice que recorran los sitios en
que estuvo, que ahí encuentran sus dulces. Cierto, los encontró y no requirió
ningún esfuerzo, es que los abuelos son así, se quedan casi quietos, como
dormidos con su libro, pero se dan cuenta de todo y no descuidan a los niños,
que son muy inquietos y botan los dulces, ¿cómo harán para saber tantas cosas y
encontrar las cosas que se pierden?, si uno tiene un abuelo, aunque sean en el
cielo porque les gusta irse muy prontico, puede estar seguro que conocen el
camino de uno y lo ayudan a encontrar lo perdido, ¿será que ya tienen amigos en
el cielo desde antes de irse?, porque eso es muy difícil y solo alguien
especial lo puede hacer, así pensaron los niños que al fin le vieron la sonrisa
que les gusta tanto y que no le habían visto en todo el día.
Colofón para
dulces de navidad
¡Cómo crece la barriga de uno sentado entre libros y
cómo se mira casi con envidia a los niños en su actividad sin fin¡, no es que
uno se muera como piensan a veces niños y jóvenes, es que se prefiere tomar las
cosas con calma, sentarse a pensarlas e ir con cuidado para no cometer errores
o al menos que sean en el menor número posible; pero esta vez lo pensé en
serio, me tengo que comprar una bicicleta y salir a pasear todos los días, así
haría 2 cosas muy importantes para mí: poner cuidado y un poco de ejercicio,
que esta barriga que ya me tiene preocupado sea cosa del pasado. Si salgo todos
los días a la tienda por frutas, leche, granola o queso, podría ir muy lejos
con mi bicicleta y podría considerar opciones que tengo olvidadas, podría
incluso ir hasta donde los amigos o conocidos que hace tiempo ni siquiera saludo,
no los encuentra uno, perdidos en las calles de esta gran ciudad.
Llegó de la guerra “El viejo”, es el papá de mi
mejor amigo y es el único de los mayores que conozco y le dicen así, según
parece porque decía que ser viejo es muy difícil pero él quería correr el
riesgo; venía en una bicicleta del ejército, que le dejaron llevarse, y no
traía sino una tula con ropa y un libro que no había leído aún, hablaba de un
país feliz, en que todos se pusieron a pelear por las mentiras de uno y que se
formó una gran guerra, que duró hasta que se sentaron a decir las cosas como
son y a perdonar.
Cuando llegó lo único que hizo fue dejar la tula en
su cuarto, guardar la bicicleta en el san Alejo, sacar el libro y dejarlo en
una mesita de un cuarto de arriba, con una ventana que daba a las colinas y el
bosque, algo alcanzaba a ver y eso le gustaba, si no fuera porque le
preguntaron cómo se sentía, si estaba contento, no se hubiera puesto a llorar,
y lo hizo todas las tardes durante varios días,
recordando todas las desgracias, todo lo que se había perdido y que
había aprendido a no confiar en nadie ni en nada; él que era tan feliz haciendo
negocios de palabra, ya no sería capaz, ya no lo volvería a hacer, y tendría
que conformarse con la oración para arreglar su corazón, no que se le hubiera
torcido, es que tenía la certeza de que la gente se vuelve mala en la guerra y
solo Dios arregla eso y quita los pesares que quedan de ella.
El viejo estaba distinto, él acostumbraba, antes de
la guerra, salir en bicicleta, una vieja que le había regalado su papá y que a
la vez había dejado al mayor de los hijos, salía por el campo, iba hasta donde
un amigo y regresaba silbando y con una sonrisa satisfecha. Al día siguiente de
su regreso, tomó su bicicleta, la que le regalaron en el ejército, dio un
pequeño paseo, saludó al amigo y se volvió a su casa sin interesarse en nada,
ya no volvió a hacerlo y nadie quiso decirle que los amigos lo esperaban, que
se estaba engordando, que la vida tenía que seguir, que no podía detenerse;
pero él hizo esto último, quería encontrar otra forma de vivir y no veía ningún
camino para lograrlo, no lo dijo, solo padecía pensando que lo que habían sido
y eran todos, podía generar los males que nos atormentan, así que teníamos que
buscar en nosotros para corregirnos y salvarnos.
Podría escribir un libro diciendo estas cosas y todo
lo que lo atormentaba, hablando con claridad, pero ¿a quién le pueden interesar
los pesares y mentiras del mundo sino a alguien que estuvo a punto de morir
muchas veces y sobrevivir sin poderlo explicar?, ¿tal vez sería eso lo que lo
mantenía abstraído y como lejos de todo lo que podía suceder en su hogar y su
pueblo?.
La bicicleta seguía en su rincón, tan abandonada
como los muertos de la guerra, y un sentimiento de pesar por lo vida se había
apoderado de su corazón, lo había encadenado y lo estaba secando, le secaba el
alma y lo hacía estéril para las cosas lindas, como una pareja que se promete
amor eterno ante un altar, una familia viendo crecer los hijos, unos niños
jugando en el parque y acercándose al abuelo a pedirle que les compre helados,
el arte, el amor, la honradez y la decencia, se decía que tal vez si hubiera un
terremoto que lo conmoviera hasta lo más profundo pudiera ser no como antes
porque eso era imposible, pero sí al menos seguir viviendo, olvidar la muerte y
ser feliz con la nueva vida.
Y pasó lo que tanto querían su mujer y sus hijos, en
el momento menos pensado y de la manera más sorprendente, algo que rescató su
valor humano de lo profundo de las sombras que había en su mente y corazón,
¿tal vez sería un milagro que sacó de la tumba al corazón ya muerto?; quedó una
sombra de la guerra y en el hogar estaba, a veces se oían pasos, algún susurro,
una petición y los quejidos en el corazón, sin ponerse de acuerdo los ojos ya
no miraban, ni los oídos oían, solo un latido en el muerto corazón. Se dice que
los niños son la esperanza, que son alegría y la nueva vida, se les cuida antes
que a los adultos como si en ello estuvieran la felicidad y la supervivencia,
se dice que si uno se fija en ellos le queda fácil sonreír y encontrar la
felicidad en algún lugar, así que el niño que pasó llorando frente a la casa de
“El viejo” tenía que conmover al que lo escuchara, suponiendo que aún fuera
humano, y fue lo que pasó: el viejo con un libro abierto, mirando el horizonte
y pensando en quién sabe qué sombrías cosas, silencioso y pesaroso se dio
cuenta, pensó que eso no debía ser así y se paró a hablarle, le habló suave y
dulcemente y supo su tristeza.
-
Me robaron la
bicicleta, unos muchachos me la quitaron cuando pasé cerca del bosque y si mi
papá se da cuenta se va a poner bravo, porque somos muy pobres y no me puede
comprar otra- era como si fuera casi el fin del mundo para el niño, era como
una mala noche en medio del combate.
-
¿Hace cuánto
fue, cuántos muchachos eran, cómo vestían?- brincó ágilmente “El viejo”, tenía
un combate, tenía que buscar al enemigo y vencerlo, para eso estaba él.
-
Eran tres
muchachos, creo que venían del río, por las bermudas y tenis sin medias que
tenían, y camisetas con animales 2 de ellos y el otro solo letreros- contó
entre sollozos el afligido y asustado niño-, yo quiero mi bicicleta, me la
trajo el Niño Dios.
“El viejo”, que un momento antes parecía estar
muerto, le dijo al niño que se tranquilizara y lo esperara con su familia, que
había salido con él cuando lo vió corriendo, que no se moviera de allí, y
corrió por su bicicleta militar, pedaleando luego con energía hacia el bosque,
no podía soportar el llanto de un niño, le partía el corazón y lo sintió de
nuevo vivo; ¡vivo, tenía vivo el corazón!, corre, corre corazón que ya hay
quién atrape a los bandidos, corre y no te detengas hasta que se te acaben las
fuerzas, hasta el último momento. ¿Qué camino tomar para la victoria, qué huella
seguir para encontrar al enemigo, cuántos sufrimientos lo esperaban ahora que
estaba vivo de nuevo?, y fue encontrando un rastro, de bicicleta y 2 personas
con tenis al lado, a tramos eran 3 pares de tenis y parecía que los muchachos
se estaban turnando para montarla, ya vió que encontraría el camino, supo que
en algún recodo del sendero los encontraría como realmente pasó; claro los
muchachos se asustaron, opusieron una mínima resistencia, para un veterano de
guerra no era ningún problema controlar a 3 muchachos inexpertos, y asustados
ante la furia y lo inesperado del ataque echaron a correr, a las patadas se
fueron por donde pudieron, sin pedir explicaciones ni protestar o quejarse por
el enérgico trato que les estaba dando, y era mejor así, que corrieran antes de
que los hiciera encerrar, no les quedó salida.
Llegó sonriendo a su casa llevando la bicicleta de
la mano, él pedaleando tranquilamente en la suya, y la gente lo miraba como si
no lo reconociera y lo saludó con afecto, era un héroe salido de la tumba de su
corazón en que lo había dejado la guerra, y lo trataron con mucho respeto, ahora
sí admiraban sus medallas, que eran testimonio del sacrificio por su pueblo y
su gente, además esa sonrisa de felicidad no la podían resistir, ni su simpatía
actual porque la de antes había muerto en la guerra.
El niño estaba con la familia de “El viejo” en el
portal de su hogar, tomaba tal vez un jugo de fruta, y lo miró tranquilo como viendo
a un ángel que lo estaba ayudando, y el niño dijo que iba a rezar por él todas
las noches, que era muy pobre y no tenía más cómo agradecerle, y creyó que se despedían
en ese momento y no más, pero no fue así, “El viejo”, sin bajarse de su
bicicleta, le dijo que se apurara, tenía que regresar a hacer algunas cosas
urgentes y no podía demorarse. Los 2 nuevos amigos se fueron tranquilamente
pedaleando, charlaban de sus familias, del estudio y el trabajo, de los amigos
y sobre todo de las bicicletas, y “El viejo” contó que hace unos días su
bicicleta estaba muerta, pero que el llanto de un niño la había resucitado.
-
¿Entiende esto
que le digo sobre el llanto de un niño?, estoy seguro que es capaz de resucitar
bicicletas- dijo “El viejo”, como un sonriente gran filósofo y ya olvidado de
la guerra para siempre.
Sin tanto cuento
que me aburro
Fue al frente del almacén de bicicletas, ella pasó
mirando vitrinas y él se alejó un poco, haciéndole una cortés y galante venia
para que pudiera mirar cómodamente, se miraron con simpatía y sonrieron
interesándose el uno por el otro, se saludaron con confianza y se pusieron a
hablar animadamente de bicicletas, como si fuera el tema más interesante del
mundo, entre todos los temas posibles, y nada más les importara, ¡qué gran idea
comprar una y salir a pasear, aprovechar uno esos clubs de ciclistas que hacen
recorridos por la ciudad y el campo!.
-
¿Le gustan las
bicicletas?, ¿y el ciclismo?- pregunta él queriendo alargar el momento y saber
algunas cosas de ella-, lo bueno es que en muchas ocasiones son útiles y
necesarias, no solo por deporte.
-
A mí como
deporte me parece muy duro, pero es agradable salir por las noches y los fines
de semana a pedalear, a explorar y conocer, además de que son una idea muy útil
para mejorar el medio ambiente; hoy en día se habla mucho de que hay que
considerar la opción de las bicicletas para transporte en la ciudad, además de
que es una manera muy buena de ponerse uno en forma.
Como en ese momento, casualmente, no tenían ningún
quehacer por realizar, se quedaron un buen rato charlando sobre estas cosas, y
se fueron a tomar un café en algún lugar cercano, se presentaron (ella se
llamaba Yolanda y él Efraín), se
contaron todas esas cosas que se cuentan las personas, sobre los asuntos
personales más comunes, se dieron el número de celular y quedaron de verse, por
agüero, dijo Efraín, en el mismo sitio en que se habían conocido; pero la
próxima vez tenían que ir a comer y, ya que se habían conocido frente a una
bicicletería y era tan buena idea dedicar tiempo a esta afición, valdría la
pena considerar muy en serio la opción de volverse deportistas, además que no
se perdía nada con ello y se le podía sacar mucho provecho.
Los días siguientes, cada cual por su cuenta, se
informaron sobre los diversos asuntos relacionados con su nueva afición,
investigaron historia, mecánica, técnicas, asociaciones, personajes, dotaciones
según actividad, etc., y se lanzaron a la aventura de aprovechar sus
posibilidades, de conocer el mundo pedaleando en una muy grata compañía; esto
no era inusual, que 2 personas se conocieran y se dedicaran a relacionarse y
cogerse confianza en base a la bicicleta, lo especial, lo que llama la atención
en este caso, era la casualidad de haberse conocido, sin experiencia previa y
sin haber tenido interés en estos asuntos, frente a un almacén de bicicletas,
tal vez no tenía importancia pero por agüero lo escogieron como su lugar de
encuentro, allí sus citas y de allí saldrían para donde los llevaran su interés
personal y su nueva afición.
Muchas veces en la calle, caminando sin rumbo fijo y
conversando, al ver ciclistas se dieron cuenta de los problemas que tendrían
aceptando esa forma de vida, y seguían su paseo sin darle importancia al
asunto, conversando de todo lo que
habían leído y entendido, como unos expertos que comparten conocimientos y
experiencia: que si un libro o revista, que si tal autor, que cuál sabe más y
todo con abundancia de detalles y referencias. ¡Qué caray!, me digo yo, si
alguno habla sin hacer más que eso, se queda sin la idea práctica que alcanzan
y requieren los que practican, y si es para hablar sin hacer nada yo mejor me
meto a hablar del clima, al fin de cuentas todos se equivocan un poco siempre, aunque
muchas veces acierten, sin que importe tanto esto, lo que importa es si tiene
uno su paraguas.
Una cosa así, sin asidero práctico, es tediosa y
cada cual soporta su cruz en silencio, ¿cómo interrumpir la amabilidad y
cortesía del comienzo sin ser incorrecto, sin que falle uno en la teoría general
de las relaciones públicas y sus diversas técnicas?, y se fueron así muchos
días sin más que hablar de cierto interés común, sin ganar nada con ello, porque
es el esfuerzo el que enriquece pero tiene que hacerlo uno, no los demás. Tardes
de sol que el tedio ensombrece, un poco de lluvia que sería esperanza, palabras
que saben a nada a pesar de que para los ciclistas sean útiles e interesantes;
esto sostenido en el tiempo mata, oscurece la mirada, tiene que haber salida, y
si no se considera muy en serio la opción de rompimiento con el vacío
entreteniendo, pues se vuelven locos, entonces a sudarla o acaban mal esos.
En esta parte del relato, recuerdo la vanidad y
soberbia que impiden confesar errores, no se dice nada de lo que está mal y se
olvidan las cosas que uno más quiere en la vida, como que no le mientan, que
sean honestos con uno si no son felices y que se alejen en vez de hacer el daño
de hacer creer, o al menos intentarlo, que eso es vida, volar con palabras que
no reflejan hechos propios, solo experiencias ajenas que no interesan porque si
interesaran harían algo.
¿Qué pasó con Yolanda y Efraín?, que no hicieron más
que seguir la corriente de vivir sin esfuerzo, queriendo figurar en punta pero
eso los cansó, y se pusieron una cita para discutir lo que no hubiera sido
necesario, si querían arreglar el problema de su tedio lo podrían lograr, o
cambiando de tema o poniéndose a hacer algo. ¿Será mejor no hablar más entre
los 2, que cada cual siga por su lado sin discutir ni saber tanto de lo que no
conoce y sí mantiene hablando?, pues qué problema tan sin sentido tuvieron que
discutir, si bastaba con decir adiós y que otros sean los temas en otra parte y
con otra gente.
Alegoría de la
vida feliz
Juntos en las buenas y las malas, con ideas y
testimonios complementarios, juntos hasta que duren las fuerzas con que van
hacia el éxito, allí donde se comparten la comida y el reposo, un hogar para
ambos floreciendo será la suma de sus vidas, incluso si pedalean van en tándem
uniendo metas y caminos, los que los vean a cada lado de su camino serán
testigos del amor y la vida, verán la diferencia entre crear y destruir que
mantienen en tensión al mundo, que construyen paraísos o confunden sin siquiera
entenderlo.
Y es que no quiero que mi amada ni mis hijos tengan
su mundo en el polvo, vamos en ascenso y quiero que nuestras fuerzas sean una
sola, seremos campeones en pedaleando tándem, reinaremos en el mundo que nos
ofrece tantas cosas divergentes, que nos alejan y destrozan, quedando un sueño
de grandezas en meras palabras.
Los que quieran encontrar una fuente cantarina
recorriendo campos y bosques desconocidos, mejor que no se separen si recorren
el camino pedaleando, si se quedan a mitad del camino no la ven, pero si es
amoroso el ritmo con que pedalean ya la tienen, y si cantan serán armoniosas y
bellas sus voces, serán como tener aquí el cielo y señalar el camino para
tenerlo.
Muchas veces los ciclistas del camino necesitan
ayuda, desconocidos tal vez que cayeron y quieren seguir su rumbo sin demora,
su soledad si no les impide seguir pedaleando en el camino los hace perder tiempo, y es grata
esa mano amiga que se acerca y brinda apoyo aunque saludo y despedida sean un solo
gesto, ¿cuánto más quien va con uno, que me da su fuerza podría ser alguien muy
grato y placentero?; así quiero yo el encuentro amoroso, sería un acuerdo para
unir fuerzas y destinos, siente uno que podría cualquier cosa, a veces es
cierto y lo que más me gusta es que no se dice él y ella sino ellos.
Así como ciclistas pedaleando en tándem, si no van
discutiendo y peleando, parecen superiores en su esfuerzo y lucha, de la misma
manera los que avanzan solos por los caminos del mundo tienen que buscar ayuda
si caen y esperar la gracia del apoyo ajeno, aunque sea un desconocido. ¡Qué no
haya más la soledad sin diálogo y esfuerzos separados!, pedaleando en tándem ya
no vendrán sombras de abandono, ni serán la distancia o el olvido, lo que
preocupe y amargue a esas 2 vidas que se
convirtieron en un mundo fuerte; y a pedalear que no es hablando paja como se
llega siquiera a alguna parte, aunque sea cerquita.
A la distancia unas casas campesinas, que acercan a
pedalazos los excursionistas fugitivos, quedó atrás la ciudad en que se pierden
los amigos y traen un sentimiento ilusionado de esperanza, por la vida que
cultivan con su vida y que descuidan los poderosos, atrincherados en su torre
de violencia y mentiras; solo un poco de agua pide el peregrino recelando de
ariscos corazones, temerosos del rechazo dicen regalar algún juguete
electrónico, que no quieren pagar como en la ciudad el agua, siendo amigos es
que buscan esa mano amiga que acoja y bendiga al que huye porque alguien
persigue a los humanos, compasivos conocen el despilfarro de la sangre
campesina y piden paz, por eso los regalos sin decir nada ni egoísta interés.
¡Oh, si los niños quieren pedalear!, nunca han
podido porque no hay dinero para tanto y piden confiadamente la merced al
forastero, si uno fuera poderoso y rico después del regreso enviaría
bicicletas, pero sería mucho con la condena que cargan por ser rebeldes,
entonces acceden gustosos antes de pedir el agua que es de todos y que los
mayores ofrecen con sencillez.
-
Claro que sí,
hermano, si el agua es de todos no tienen sino que tomarla; si quieren yo les
presto una taza- con una sonrisa que no se encuentra en ningún manual o
catálogo, como la gente de verdad-, si quiere también naranjas les regalo unas
cuantas, unas pocas si les puedo regalar.
-
Muchas gracias,
señor- dice Manuel que no está acostumbrado a tal hospitalidad, no la tiene que
pagar y es sincera-, no debiera molestarse, solo con agua tenemos suficiente y
no le quitamos tiempo, seguramente tienen mucho qué hacer.
-
Pero si es con
mucho gusto y no es ninguna molestia- una linda campesina habló, Beatriz, la
hija de José, el finquero-, déjese atender que si lo hacemos es que se puede y
no perdemos nada.
-
Está bien, se
los agradecemos y si algo podemos hacer por ustedes nos encantaría- intervino
otro de los ciclistas, Fernando, mirando cómo los niños se acercan ilusionados
y ofreciéndoles la bicicleta con una sonrisa, agradecido-, ¿saben montar?, no
sea que se vayan a caer y se lastimen; mejor póngase los cascos para que no les
duela la caída- y todos ríen viendo un niño campesino, que nunca había usado
esas cosas, cómo monta y en un santiamén se cae.
Así se hicieron amigos, sin hablar los visitantes de
sus temores, la torre poderosa y su violencia, la sangre desperdiciada, los
amigos perdidos y escondidos quién sabe dónde; había que confiarles algún
secreto y se dijeron verdades, mientras los niños aprendían a montar en bicicleta;
y como héroes los recibieron cuando se acercaron a contarles a todos, que
habían ido hasta la quebrada y Juanito se había caído, porque quiso cruzarla
por las 2 guaduas, y lo dijeron riendo como si les hubiera gustado, que si
podían volver, preguntan, que los dejen ir, repiten, y les advirtieron que no
fueran a llegar llorando si se aporreaban, que tuvieran cuidado.
-
A los niños les
queda muy fácil ser felices con poco, si viéndolos quisiera una creer que no
hay problemas- dijo Antonia, hermana de Manuel, que ayudaba a Beatriz y a su
mamá Ester a exprimir naranjas; añadió- no creo que se preocupen tanto como los
adultos porque son muy confiados- suspiró Antonia y calló mirando con cuidado
hacia la quebrada y el guadual cercano.
Los ciclistas no querían regresar a la ciudad, los
perseguían como si fueran a correr el velo que cubría los poderes y su
actividad secreta, como si supieran y no hicieran nada por no encontrar la
manera, ¿podrían, siendo tan buenos estudiantes, hacer algo algún día que a los
malos obligara a dar la cara y esconderse en alguna cueva y pedir a la tierra
que los cubra de la vista de sus víctimas?, seguramente, si eran sinceros y
prudentes, no buscando la guerra y colaborando en las pocas cosas que
predicaban y con que pretenden
camuflarse o disimular ambición, maldad y muerte. Pero no se atrevían a
apoyarse en los campesinos del lugar, a pedirles consejo o ayuda material,
sería muy prematura la petición o propuesta, mejor era seguir su camino, tal
vez volver otro día de visita expresa a ellos, traerles un regalo a los niños,
de todas maneras también eran muy pobres y tenían que cuidar todo centavo que
lograban, tal vez sería algún detalle bonito porque una bicicleta…, de pronto
haciendo una colecta, por ejemplo, entre todos se haría pero había que tener
cuidado con los sapos, correrían a contarle a las fuerzas oscuras de la
democracia, que es como les dicen a los esbirros y doctores que con la ley acompañan
a los esbirros, y a un periodista mucho menos, si se preocupa por su suerte tal
vez se frieguen todos y nadie sepa nada, los curas tal vez no tengan tiempo o
no les den permiso de ocuparse de los asuntos de este mundo, por lo que se
arriesga uno a perder el tiempo, contándoles de esos niños y sus ganas de tener
una bicicleta propia cada uno.
Al rato de charla sobre estas cosas, viendo que los
niños demoraban y que no los veían desde la casa, fueron a buscarlos, Beatriz
con los ciclistas y los encontraron haciendo acrobacias en un sendero de mulas
que había delante de la quebrada, y se sentaron en unas piedras a verlos cómo
subían jadeantes y risueños, cómo se tiraban loma abajo y volvían a subir por
el otro lado, embarrados y gritando, pedaleando con fiereza porque iban en
competencia y tenían que ser campeones; José también llegó y les gritó que se
apuraran, que al día siguiente tenían que ir a la escuela y aún no habían hecho
las tareas, ya eran las 2 de la tarde y tenían que aprovechar la luz del día
para economizar luz eléctrica.
-
¡Ya vamos!,
estamos en campeonato mundial y aún nos faltan 3 vueltas- responde el mayorcito
de los niños, sonriendo se detuvo un momento y echó a correr de nuevo, con los
otros 2 casi alcanzándolo-, ¡ja, ja, ja!, a que no me alcanzan, son muy
chiquitos y les falta fuerza en las piernas.
Una vez más se pusieron a charlar, ya parecía una de
esas charlas que no se terminan con los años, aunque sean muchos, y recordaron
cómo tenían que ir a elecciones si no querían que los miren mal, sospechando de
todo lo que hacían y si no lo hacían también.
-
Eso son
pretextos para oprimirlos, que entreguen su vida, en el surco y la guerra,
construyendo sus casas y barriéndolas, que aprendan y enseñen oficios sin los
cuales no existen orden ni gobierno pero que los alejan del poder- continuó
Manuel lo que venían diciendo-, les sacan la sangre así a todos y los mantienen
en la pobreza.
-
Discúlpeme,
Manuel- interrumpió Beatriz-, ¿será cierto que esa gente bebe sangre humana y
se come a la gente que coge descuidada?, una oye muchos cuentos.
-
Yo estoy segura
que sí, siempre se han contado historias de esas y tienen que tener algo de cierto,
o si no ¿por qué cree que les dicen chicos malos a sus hijos cuando se las dan
de populares y democráticos?, a eso le dicen untarse de pueblo, ¿por qué
insisten en que demos la sangre y que somos deliciosos?- Antonia habló como si
fuera un secreto a voces lo que decía, y añadió-, me parece que el origen de
esos rumores está en ellos, en algún esbirro presumiendo su maldad, en algún
doctor hablando como si contara chistes, dizque solo una probadita, una, desde
que era pobre, doctor o esbirro, lo único que ha hecho es repetir, lo que oye
recogiendo migajas sucias; incluso la prensa oficial los caricaturiza muchas
veces como demonios y vampiros.
-
No es lo mismo
un chiste o caricatura que los rumores que se sabe vienen de su mundo, si no de
ellos, al menos con su conocimiento- añadió Fernando suavemente; y todos
callaron.
No era necesario decirlo, es mejor no hablar mucho
de esas cosas, que no pasen de repetir lo que ellos están diciendo y cómo se
entiende todo eso, no vayan a decir que uno quiere clavarles una estaca en el
corazón como a Drácula o a Vlad “El empalador”, esos misterios no los discute
si no el que busca problemas y ¿para qué buscar problemas?, si la vida ya es
suficientemente dura. Solo que entre todos tenían estos pensamientos y los
guardaban en lo más profundo de su ser, allí estaban con sus temores y sus
dudas, sus certezas y su prudencia, su pobreza y su dedicación al trabajo,
había que preocuparse por los niños constantemente y les ponían cuidado,
mirando al guadual, más allá de la loma, luego al plancito hasta la quebrada,
se iban bordeándola y luego se metían de nuevo en la trocha de mulas, ahí no
más adelante de ellos, para trepar hasta la loma y bajar raudos hasta el
llanito al otro lado; preocupados y temerosos todo el tiempo, mientras los
niños bajaban la loma por el otro lado, era solo un momento hasta que aparecían
en el llano, pero era como si hubiera una sombra siniestra sobre todos esos
parajes, no podían olvidarse que eran muy pobres, a pesar de toda una vida
consagrada al trabajo, los de la torre seguramente están desconfiando, así como
ellos.
Los niños terminaron y se acercaron, venían en grupo
pedaleando suavemente y pidiendo un premio para el campeón, Pedro, el
mayorcito, que muy sonriente se acercó ligeramente delante de los otros 2, Juan
y Felipe, homenajeándolo y ovacionándolo; y como era el ganador, tenía que
alzar las manos al cielo como los campeones cuando ganan una etapa, claro que
le faltaba experiencia y al suelo fue a dar, cayó delante de todos que
corrieron a levantarlo y lo alzaron en hombros, yéndose de inmediato para su
casita a celebrar, Beatriz llevando la bicicleta, entonces Manuel le prometió
un premio chiquitico al niño campeón.
-
Pedrito, no se
preocupe por el premio que después se lo traigo aunque sea poquito, pero si su
papá y su mamá me dicen que se ha manejado bien- levantando el dedo, y muy
serio, lo prometió.
-
Pero Juan y
Felipe también se tienen que manejar bien si quieren que se los preste, sea lo
que sea- dijo José, que estaba feliz con esos momentos, recibiendo la visita,
charlando y viendo a los niños jugar a ser campeones mundiales.
Ya se les iba haciendo tarde para regresar a su
mundo, trabajo y lucha, solo estudio pensaban los ciclistas, que habían buscado
la oportunidad de charlar con algún campesino, ojalá en su propio mundo, sin
interferencias, haciéndose conocer al hablar con el corazón en la mano;
pensaban que la verdadera confianza llega con el tiempo, pero había que iniciar
construyendo el puente que los acercara al surco de la vida, al surco campesino
en que se habían metido sin dudarlo a pesar de saber de antemano la suerte de
ellos, los campesinos, por querer la vida y su cultivo, dejar sus vidas en el
surco, sacrificarla para dar fruto.
-
No digamos adiós,
don José, que por aquí tenemos que volver; y a usted, doña Ester, muchas
gracias por su hospitalidad- Manuel primero se despidió del papá y la mamá,
luego de los hijos-; Pedro tiene que manejarse bien si quiere premio, lo mismo
que Juan y Felipe, y a Beatriz la recordáremos por su gentileza y amabilidad;
gracias de nuevo a todos, y hasta luego.
Hasta luego dijeron los excursionistas y hasta luego
dijeron los que se quedaban con la ilusión de haber conseguido 3 amigos, que
parecían muy buena gente, decentes y respetuosos y, según decían ellos, muy
estudiosos y trabajadores.
Ya casi el sol de los venados, ya casi de regreso en
sus mundos que no querían, por eso la búsqueda y el anhelo de encontrar un
lugar, allí en ese mundo que dejaban con pesar y trabajo; esas cosas no las
decide sino el tiempo pero tenían la idea y ¿quién sabe?, a veces la vida da
esas vueltas, a veces los sueños se cumplen, pero hay que ser realistas,
lógicos y prácticos al soñar, hay que pensar las cosas con calma para no perder
el tiempo con quimeras.
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