Muchos poquitos
son un montón muy grande
No me quedo con lo que oí, se dijo a sí mismo el
peatón que antes de cruzar la calle oyó los gritos de un automovilista, le
decía a un viejo que era el culpable, que no le pagaba la bicicleta, que se
quitara de delante del carro y que era un loco y un cualquiera; pero el viejo
no parecía cobarde al hablar suavemente, con paciencia y sin perder el control,
parecía un profeta bíblico con su barba cana, sus ojos encendidos y tranquilos,
tal vez sería que el del carro no se fijó en el ciclista que iba delante, quedó
completamente embarrado aunque no se le veía mal, tal vez sí cojeaba un poco
cuando intentaba una y otra vez ponerse adelante del carro.
Discutía solo el del carro, el viejo solo le decía
que él iba por la franja, tras la línea que era de los ciclistas, ningún carro
la podía ocupar, pero no insultó ni se refirió a él de mala manera, lo que sí
le dijo fue que se controlara, que así no se podía hablar, incluso la policía
cuando llegara no le iba a creer, por actuar como un bárbaro tendría muchos
puntos menos y podrían sancionarlo, a un anciano que se comporta
respetuosamente no se le puede agredir.
-
Cierto lo que
dice el señor de la bicicleta, no solo que está mal visto sino que se puede sancionar-
intervino el peatón, que no esperaba sino el momento para decirle al guache ese,
que seguramente se creyó el cuento de que era mucha cosa por tener un carro muy
fino.
Y se rebotó ya no el guache, sino el guachecito ese,
dizque él hacía lo que le daba la gana y que lo de la franja exclusiva para los
ciclistas no se justificaba, que él estaba luchando con unos amigos políticos
por la eficiencia del estado y pensaban acabar con todo lo innecesario.
-
Incluso usted
viejo loco, debería irse para un manicomio o de una vez para el cementerio,
dejar de ponerle problema a la gente distinguida; además esa bicicleta no vale
nada, ábrase y déjeme pasar.
-
Si no vale nada
la bicicleta y si es tan importante, páguele la bicicleta, eso es para usted,
si es cierto lo que dice, como quitarle un pelo a un gato- ya no se iba a ir
sin apoyar al anciano que lo miró agradecido como a un amigo al que se tiene en
cuenta.
-
¿Usted quién es
que se mete?, ¿acaso es que le interesa?, deje de ser sapo que no es con usted
si no quiere tener un problema conmigo, vea que se lo aviso- mirándolo con
malos ojos, mirando el celular, por si estaba grabando y se descaró, exceso de
confianza, supongo-, los tipejos como usted se pueden morir en cualquier
momento, yo sé quién es usted, dónde lo puedo encontrar y le puede pasar algo
malo.
Balandronada loca que iría a dar a un noticiero, a
la sección de “El reportero es usted”, o “No se quede callado, denuncie”, en muchas
partes lo podían recibir, en muchas partes se podían interesar por campañas de
control ciudadano y convivencia en las vías, ojalá las autoridades no se
conformaran con un comparendo pedagógico, dizque amigo de políticos y gente
importante, sino que lo obligaran a pagar la bicicleta; hasta de buenas el
viejito porque consiguió bicicleta nueva, pensó el peatón, dispuesto a llevar
la lucha hasta las últimas consecuencias, hablar con el que fuera necesario
para que se hiciera justicia.
Y no solo por una bicicleta sino por una cuestión de
principios, la ciudad y la calle son de todos, así transiten a pie, en carro o
en bicicleta, debemos respetarnos y ser más cuidadosos y tolerantes, y si
alguien comete un error pues que asuma la responsabilidad, otra cosa es si
resulta cierto que hay políticos y gente de esa clase relacionados; en un caso
así son capaces que para evitar críticas y miradas cuestionando lo que son y
hacen, algún comentario malicioso habría, tal vez prefieran pagar y que se
calle todo el mundo antes de que lo sepan siquiera, o como diría un cínico,
aquí no ha pasado nada y ellos mandan y siempre tienen la razón aunque no la
tengan, además que hay que creerles sin importar qué hagan y cuánto o cómo se
caigan.
La gente quiere seguir, está muy ocupada pero esas
palabras amenazantes chocan y molestan mucho, además habló de políticos y gente
importante, y eso se tiene que aclarar, así que muchos se detienen y algunos
empiezan a participar en la discusión: miran la bicicleta, señalan la raya que
separa la franja de los ciclistas de la de los automovilistas, miran la
posición del carro y hacen el gesto con la mano abierta en el aire, estirando
el dedo índice y el pulgar, de medir la invasión de la franja que no le
corresponde al guache del carro, luego, para rematar, miran al anciano,
completamente embarrado, y miran al automovilista, completamente ensoberbecido
y molesto, haciendo un ademán de negación con la cabeza, mientras hablan entre
ellos, claramente en contra del que cometió un error y no lo quiso corregir
dizque por ser especial.
-
¿Y qué tiene de
especial un cerdo como ese fuera de tener un carrazo de esos?- grita otro
transeúnte que se detuvo a estudiar el caso y a juzgar por sí mismo.
-
Tener un carrazo
así no lo hace especial, el carrazo sí lo es pero esta cualidad no se le pasó a
él, siguió lo mismo de antisocial que cuando no lo tenía- y se lanzaron todos
los que había allí a protestar las ofensas contra el anciano, ya no era el
error del automovilista, era su soberbia y patanería, su mal carácter y
espíritu antisocial.
La multitud estaba caliente cuando llegó la
autoridad a cumplir su deber, la gente denunciando, protestando, diciendo cosas
del anciano y del otro, del carro y la bicicleta, de la calle y la franja.
-
Señor policía,
mire la línea que separa la franja de los ciclistas del resto de la calle y
dónde quedaron el carro y la bicicleta, y fíjese lo mal que se comporta ese
cualquiera, no es, como dice, dizque de buena familia- todos manifiestan su
disgusto, todos exigen justicia, que no se haga el loco con su obligación para
con el anciano y que le pague que no tiene por qué discutir con las evidencias
tan claras que tiene en contra.
Y el policía no puso mucho cuidado a lo que le
decían, fue y vino sin decir lo que pensaba, habló con el ciclista y el del
carro, miró todo, se paró en un lugar u otro, había más policías controlando la
multitud pero era uno solo el que hablaba y al que hablaban, pero no se dio
cuenta de en qué estaba metido hasta que empezaron a mostrarle los celulares y
a avisarle que iban a entregar las grabaciones a los periodistas. Para un
policía tiene que ser duro el estar obligado a cuidar a esa gente y ver que no
controla la situación ni tenía cómo, que todo se le sale de las manos y que le
toca sacrificar al personaje, al que nada raro, si no quedan heridas, le
tocaría mañana o pasado mañana servir de escolta y hacerse matar por él.
Entonces se acercó al infractor y le dijo casi al
oído, sin inclinarse hacia él, solo parándose al lado y con un susurro que
nadie más oyó, como si estuviera respirando con la boca ligeramente abierta:
-
Mejor páguele a
ese viejo y que se vayan todos, en cualquier momento llegan los periodistas y
lo van a pasar por los noticieros, hasta sus amigos se le van a negar, seguro
que los coge ocupadísimos o fuera del país, ¿usted qué prefiere: soltarle unos
billeticos o quedarse sin amigos?, decídase rápido que no los puedo detener.
De inmediato se fue rebotando, parecía que levitaba
y dijo de todo, sin mirar al policía que sudaba a chorros, si hubiera sabido
rezar se hubiera puesto a rezar, ya casi le tocaba llamar a los antimotines y
temblaba por dentro ante la eventualidad de tener que sacar el arma, era un
arma oficial, estaba de uniforme y lo podrían suspender e investigar para sancionarlo;
mejor dicho estaba metido en la grande y ese loco, antisocial, soberbio y
desubicado automovilista no quería cooperar, ¿qué hacer, qué decir?, y no poder
usar su arma ni para hacer tiros al aire, qué cosa tan dura eso de ser policía,
pero qué se le va a hacer, así es la vida.
La cosa estaba maluca y hasta se inició un pequeño
trancón en la calle porque tenían que circular despacio, entonces el personaje
del carro miró al policía pidiéndole ayuda con la mirada, y como lo miró a los
ojos entendió que tenía ganas de ponerse a llorar, que no sabía qué hacer para
sacarlo de allí sin más, estaba cumpliendo órdenes y no se le ocurría una
solución.
-
No se preocupe,
hermano, le prometo que si me ayuda no le va a pasar nada- tal vez malicioso,
supongo, olvidaba u omitía el hecho de que si la prensa actuaba el primer
sacrificado sería él, en cumplimiento del deber-, si se queda sin trabajo yo lo
puedo ayudar, le consigo un empleo mejor que ese empleíto de basura que tiene y
en el que gane mucho más; le encimo una propinita por el favor pero arrégleme ya
mismo este problema, vea que tengo una reunión muy importante con unos
empresarios y unos embajadores.
-
Mejor cállese
que esto ya no se puede; mire que ahí está la prensa y si usted no es mago para
que les quite a todos los celulares o los haga desaparecer, yo ya no puedo
nada; mejor ¿por qué no sonríe, llama al viejo ese, charlan un rato entre los 2
y luego le paga esa maldita bicicleta?, hágame caso, no se ponga a fregar con
eso- ya ni triste ni aburrido el policía, y no se puede decir que resignado
porque esa es una virtud de los mártires no de los verdugos, ya no le importaba
nada y le daba lo mismo morirse que lo que sea.
Entonces eran unos cuantos policías, un montón de
gente que, con razón, se sentían ofendidos por las palabras y los insultos del
personajito ese del carro, el personajito y su víctima del momento, además de
los periodistas que ya tenían suficiente material para presentar su informe y
olvidarse de inmediato del asunto; todos tenían algo qué decir menos el
anciano, parecía muy convencido que con estar presente, firme en su sitio,
hacía suficiente por la justicia, no solo su causa personal. Debía ser un sabio
como los profetas y gurús que con su vida nos muestran el camino, sin ninguna
prisa, sin discutir por ser innecesario, debía tener clarísima la visión de los
hechos y sus posibles consecuencias, tal vez esperando que llegue el momento de
seguir su camino aunque para eso necesita su bicicleta, o una bicicleta nueva,
le daba lo mismo.
El policía pensaba en algo y estaba preocupado por
ello, si dejaba las cosas de ese tamaño, si llegara a lograr que el personajito
suelte el billete y que todos se olviden del asunto, quedaría una idea negativa
sobre la institución y esa no se la perdonarían sus jefes, ellos tenían que
proteger, primero que todo, a los personajes y su mundo, pero una institución
desacreditada, la que sea, lo único que haría sería hundirlos, a no ser que la
ataquen, casos hay que no pueden más que desbaratar lo hecho, lo que tienen
para su servicio, y con los pedazos fabricar otro organismo de los mismos;
mejor si se pone las pilas de inmediato y arregla todo aunque sea a las malas.
La gente tuvo la seguridad de que a los espectadores
les podían impactar las imágenes que recibieran y moverlos a dejar su
pasividad, a preocuparse un poquito por la gente y sus causas, así ayudarían a
que las cosas cambien de una manera positiva y que este mundo sea un poco
mejor; no dejarían que esa gente que se cree más esté atropellando a un
ciclista en sus derechos, que son los de todos, y se asegurarían que el anciano
de la barba blanca, el de apariencia y modales bíblicos, tenga su bicicleta,
jabón para su ropa, examen médico y que pueda seguir su camino, no es mucho
pedir eso teniendo en cuenta que han engordado durante años, sin que nadie haga
algo que sirva.
Los periodistas que llegaron, con sus cámaras y
haciendo preguntas a todos, cumplían su deber sin dejar ningún cabo suelto, y
prometieron que iban a producir un buen informe, pues el gobierno quería
aclimatar la convivencia para que se vea que si hacen algo, quería que la gente
esté tranquila y no la moleste impunemente cualquier guache con el pretexto que
tiene derechos exclusivos, así que había que informar y mover a la gente por
una causa noble, el respeto a los ciclistas, la convivencia ciudadana, la
tranquilidad pública, el orden y la justicia para todos.
-
Quién sabe cómo
van a presentar el informe al público- dijo un peatón presente, también con
cara de profeta bíblico como el anciano atropellado-, pero lo que si puede uno
tener por cierto, es que ese periodista que lo está interrogando no se va a
dejar ver; aparecerá el viejo con una bicicleta nueva, ropa muy limpia y dando
las gracias a todos, incluyendo al guachecito ese.
-
Pero vale la
pena que estas cosas se sepan, que la gente comente y actúe para que no se
repitan- respondió un joven, uno de los más atentos en que todo quedara
completamente claro.
-
Tal vez, alguna
utilidad habrá pero las estructuras ni se mueven, más bien se camuflan y
disfrazan de benignas- argumentó el peatón de barba bíblica como el ciclista
víctima.
-
No es mucho lo
que se hace, y si los políticos, el sistema propiamente dicho necesitan
humanizar su rostro y hacer que estas cosas se sepan y no se repitan, pues la
masa necesita ser conciente de quiénes son, qué clase de gente son, pero lo
mejor es que la misma gente de la masa se hace conciente, se moviliza y se
prepara, no solo la experiencia sino el coraje necesario- otra vez el joven
soñador, argumentando por los pequeños trabajos y tareas que se le permiten a
la masa trabajadora y empobrecida.
-
Eso lo sé muy
bien, es muy cierto pero no se olvide de cuáles son las estructuras- terminó el
viejo complacido, había encontrado alguien con quien hablar y eso lo hacía
sentir como cuando era joven, apasionado e impetuoso como su interlocutor.
Que no hay respeto ni para los ancianos de aspecto
bíblico ni para los ciclistas en la vía, tal vez sí pero en otro mundo que poco
a poco ya está viniendo, fueron el juicio del público y la decisión de una
mayoría; pero hay voces que se añaden al clamor por la vida por lo que esta se
vigoriza. Con muchas historias así, de abusos e injusticias habría que hacer un
libro, algunos dirán que para el análisis pero yo creo que no es necesario, con
contarlas basta; y si queremos reflexionar no vale la pena si no estamos
haciendo nada, fijémonos en lo que pasa con las muchas historias que se
conocen, le están dando material de conversación a gente que se dice solidaria,
noble, generosa y valiosa pero que tiene que esperar el momento adecuado, no
tiene inventiva, interés, ganas o coraje.
Me contaron que habían huido y que los buscaron
hasta volverse locos, creo que todavía deben estar buscando, en algún lugar
estarían escondidos, no le revelaron a nadie su secreto y los vieron como
fantasmas en el bosque, como demonios dijeron, cuidan muy bien las bicicletas
con que se fueron y que conservan como su principal tesoro, si les faltaran
tendrían que sacar alas de sus espaldas y para eso necesitan mucho tiempo, ¿qué
tal que con la urgencia continua, en caso de huida no encontraran las
bicicletas donde las guardan siempre, y les salieran alas en un instante?, ¿qué
explicación para tal prodigio?, yo no diría que un gen recesivo ni la siguiente
mutación, retrasada dicen algunos, yo si acaso le digo pre-latido. Si me pasara
a mí mejor me despertaría, me levantaría a las carreras y buscaría mi bicicleta,
pero no sería porque quiera huir de un sueño, ni porque quiera verificar que
todo esté en orden; es que en momentos de peligro algunos matan sin pensarlo,
otros huyen y yo estaría apenas despertando, y cuando despertara tal vez ya
estaría montado en mi bicicleta pero no arranco, en ese momento comprendo que
estaba soñando y me tranquilizo, lo de las alas lo dejo a los que prefieran
vivir entre sueños.
No quiero hablar de mí y no lo voy a hacer más en
este relato, lo anterior lo hice porque fue lo único que se me ocurrió para
dejar establecida una diferencia esencial y muy importante, cuando se trata de
la supervivencia personal, si algunos prefieren soñar con alas y genes
recesivos retrasados, yo mejor echo a correr, o me meto en una guerra que se
podría llevar todos mis años, sueños y principios; imagínense que me recordaran
los siglos venideros no como un benefactor, a pesar de mis buenas intenciones, sino como el responsable
de toda una época de destrucción, por eso sigo pensando que la mejor opción
serían las bicicletas y huir a pedalazo limpio.
-
Dígame señor,
por favor, si me puede prestar un momento una pala para enterrar mi perro; lo
estuve buscando todos estos días y lo encontré muerto, por el olor lo descubrí,
debajo de una cama del cuarto de huéspedes, parece ser que alguien le dio a
comer algo envenenado- pide con cuidado, a su áspero vecino don Jorge-, lo que
no entiendo es ¿quién pudo ser si él no sale de la casa o el jardín?, tal vez
alguien estaría merodeando, pero si era un desconocido no le hubiera recibido
nada, le hubiera ladrado y ni una vez lo hizo ¿usted no vió nada raro en estos
días?
-
Y ¿qué cree que
iba yo a ver?, si yo no me meto en lo que no me importa, si no mantengo mirando
en otras partes lo que no es mi asunto ¿cómo me voy a dar cuenta?, ¿no sería
más bien que usted dejó algo por ahí, descuidado, y no recuerda?, échele cabeza
a ver si se acuerda.
-
No creo haber
sido yo porque nunca tengo en mi casa elementos de esa clase, quiero decir
venenos o tóxicos, en cambio usted sí, aunque son cosas comunes, que tiene
cualquier persona en su casa para tenerla libre de alimañas, usted sabe que
prefiero contratar exterminadores, que se encarguen durante mis vacaciones; yo
más bien le pediría que eche cabeza, de pronto vio algún detalle que pareció insignificante
y no lo recuerda, piense no más y si cae en cuenta me avisa.
-
Pero ¿dónde va a
enterrar a su chandoso?, no quiero que lo entierre junto a mi propiedad, ni
aunque sea junto al árbol que porque al perro le gustaría; y no me venga con
cuentos de que es un árbol de muy buena sombra, que ya sabe que no me interesa,
para eso pongo una sombrilla y no tengo que recoger las hojas o estarlo podando
que porque creció mucho- ya se ve que como siempre este mal vecino es un hueso
duro de roer, ¿qué habrá hecho alguna vez en su pasado, qué secreto tendrá
guardado bajo esa capa de aparente indiferencia?
Hay cosas que pasan porque tienen que pasar, se dan
una serie de factores que pueden desencadenar tragedias y nadie los puede
controlar. El dueño del perro muerto, que tiene por nombre Eduardo, sabía que
sería casi un problema si se demorara en devolver la pala; lo del lugar lo
había decidido según el gusto del perro, lo hizo en contra del deseo del
vecino, don Napo le decían, después de acalorada discusión, y si había accedido
a regañadientes, algo raro para todos los que lo llegaran a saber, pero que sucedió
realmente, fue porque le demostró de antemano que ya tenía listos unos cuantos
kilos de cal viva, ésta impediría malos olores, lo secaría incluso, y no sería
ninguna molestia para ninguno, ni lo notarían.
Don Eduardo hizo algo que no debía haber hecho,
nunca había sucedido que entraran a la casa de don Napo y por estar apurado,
tenía que ir a la ciudad a cumplir una cita ineludible, se atrevió a buscarlo
allí y entró con la pala, ¿en qué mala hora tuvo la osadía, por qué no pudo
esperar?; lo primero que encontró fue al agresivo vecino sentado en la sala,
muy fraternalmente hablando con un convicto prófugo al que todos buscaban,
muchos por la muy buena recompensa que ofrecían. La sentencia de muerte de don
Eduardo era definitiva, toda una banda criminal iría hasta el fin del mundo para
acabarlo a él, y a su familia, se acabó la paz, la dulce y grata vida que tenía
con su perro y su linda familia, en tan buena casa, con tan buen trabajo y tantos
sabios conceptos y principios de vida.
Don Eduardo no estaba armado, afortunadamente porque
hubiera habido muerto, pero huyó, no se dejó coger porque lo hubieran amarrado
y luego irían por su familia, esposa y 2 hijos en su casa, los demás regados
por todo el mundo; no tuvo otra salida que huir de inmediato, solo estarían
seguros lejos de su hogar, pero la cochera estaba vigilada directamente y sin
salir de su escondite ni el convicto ni sus cómplices, y no le quedó sino el
recurso de las bicicletas, se voló por una salida trasera sin maletas ni
ninguno de sus preciosos objetos, de los muchos que había logrado acumular en
años de trabajo consagrado y dulce vida consumiendo.
Sabía que lo buscarían en su trabajo, donde los
amigos íntimos y donde algún pariente, sabía que las estaciones de bus y
trenes, los aeropuertos y agencias de coches de alquiler estarían vigiladas,
sabía que a toda carretera también le tendrían puesto el ojo encima, pero los
montes y bosques, los campos y senderos en la montaña, los que conocía tan bien
desde joven por su afición al camping, la pesca, la caza y la recolección de
frutos y recursos para todo uso en el bosque; todo árbol, cualquier lecho de
agua, los rincones más perdidos, los claros, las rocas, las cuevas del nororiente, todo había estudiado en
detalle y eran su única esperanza, allí tenía escondites con muchos objetos
necesarios para la supervivencia, así que volaron en sus bicicletas y, hasta el
día de hoy, nadie sabe qué fue de ellos en esos días en que estuvieron huyendo
como seres de otro mundo, decían palabras como demonios, fantasmas,
extraterrestres.
Ni don Eduardo ni nadie en su familia habían vivido
nunca estos azares, sí eran comunes algunos juegos y actividades de
exploradores, pero el peligro real, las dudas fundadas, los temores
justificados siempre estuvieron ausentes de su vida, afortunadamente no eran
flojos para el esfuerzo sacrificado ni la aventura de tal vida, la del bosque
era una parte importante de lo de ellos y estaban seguros que saldrían adelante
con la suma de sus talentos, aunque su perro hubiera quedado en el patio de su
casa soñando con esconderse en algún rincón inesperado del bosque, ¡cuánta
falta les hacía para todo, cuánto lo extrañaban!, solo un detalle: no es lo
mismo un perro oliendo y oyendo que un humano. Y las bicicletas siempre habían
sido complemento importante a su fuerza y movimiento, y digo así en singular
porque así fue siempre, una sola fuerza y
un solo movimiento que serían el éxito en su lucha por la supervivencia.
Los días y las noches se volvieron una sola cosa,
los horarios los gobierna la naturaleza, con sus ciclos de luz y sombra, calor
y frío, los elementos en continua efervescencia creadora y el acecho de los
seres animados que luchan por su supervivencia, entre ellos Eduardo, Catalina,
su esposa, Patricia, la hija mayor, que apenas entraba a la pubertad, y Miguel,
un niño de 8 años, que ya había pasado días enteros en el bosque, sobreviviendo
solo. Las familia entera era una sola fuerza, clúster viviente de talentos,
habilidades y energía, que podía resistir no solo policías con sus perros,
bandidos con sus cómplices, rastreadores de todo tipo, mercenarios y la
tecnología más avanzada que tuvieran, ellos eran reyes allí y estaban decididos
a salir adelante, continuamente se animaban haciendo el propósito, todos los
días tenían sesiones de estudio sobre cada asunto y confiaban en sus amigos, su
inteligencia y preparación los llevaría a entender el porqué de calumnias y
mentiras, sabrían quién inició el ataque y sabrían que buscaban su exterminio,
hasta sabrían que algo ocultaba el vecino y lo averiguarían.
Estos no eran juegos inocentes buscando un cofrecito
con us$100 (cien dólares), ni un ataque con balas de pintura, ni una serie de
trampas mortales que aprendían esquivar, ni carreras en el bosque esquivando
perder una bandera, antes de terminar un recorrido con todos los peligros y
trampas simuladas que habían ideado, ni borrar todo rastro y hacer creer que
habían huido a su hogar. Ahora estaban ante una fuerza heterogénea, gente que
en condiciones normales no se trata ni de lejos, con unos perros muchas veces
conocidos y que podrían convertir en sus aliados, por eso no los despistaban
nunca pero si dejaban que se fueran y guiaran a sus amigos; ahora tenían que
buscar comunicación y tratar que alguien les siguiera la pista a los maleantes,
al ser criminales y ocultarse con mentiras, necesariamente iban a cometer más
de un error, ¿cómo darles la oportunidad de que se expresen según su natural y
situación, según lo que ocultaban en el corazón?, tal vez intentaran mostrar su
poder amedrentando a cualquier amigo fiel, en cualquier momento dirían saber
algo que ocultaban, como por ejemplo el motivo de la huida, lo del convicto que
había descubierto don Eduardo el día en que fue a entregar la pala, o quién
había sido el verdadero culpable de la muerte del anciano, que habían
encontrado acuchillado una semana antes, o cómo se había caído de la escalera
el otro vecino.
En las muchas idas y venidas, corriendo en bicicleta
sigilosamente sin dejar rastro, habían descubierto que los maleantes, por
supuesto que el mal vecino era uno de ellos, se agrupaban en un clarito,
escondido en los matorrales de unas rocas cerca a las cuevas, y se daban la
gran vida, o sea que no tenían casi ninguna vigilancia, y da la casualidad que
el lugar lo tenían vigilado y podían espiar fácilmente todo lo que hicieran y
dijeran, entonces idearon una estratagema que daría resultado aunque era
peligrosa, le darían una lección a esos criminales y regresarían a su dulce
hogar muy felices.
Eduardo, con mucho cuidado y sigilo, cruzaría cerca
del campamento, haciéndose el que lo cogían descuidado, ellos tendrían cuidado
de no matarlo antes de atrapar al resto de la familia, así que lo dejarían vivo
siquiera por unas horas; en ese momento ya Miguel debería venir con la policía
a la que guiaría al campamento sin dejar que los descubran para poderlos espiar
y descubrir lo que ocultaban, él pedalearía volando en medio del bosque, por
senderos secretos que solo ellos conocían, hasta hablar con los amigos que
estarían cuidándoles la espalda y luego avisarían a la policía, que los iría a
rescatar guiados por el niño. Catalina y Patricia ya tendrían que haber sido
vistas por los bandidos y haber huido de algún campamento improvisado, cerca a
las cuevas, como dejándolo todo sin tiempo a nada, pero acercándose a donde
estaba Eduardo prisionero, con los bandidos interrogándolo de nuevo y en ese momento
espiados por la policía; parecía sencillo y no teniendo opción se pusieron en
camino, después de rezar pidiéndole al Todopoderoso que los amparara, le
prometieron como siempre que lo amarían, lo servirían y serían sus testigos.
No fue más la aventura, todo salió como habían
previsto y regresaron a su hogar en sus bicicletas respetando la tradición
familiar: si se iban al bosque en bicicleta regresarían en bicicleta; antes
pasarían a comer pizza en el restaurante que un primo tenía en la estación de
gasolina cercana a la entrada del pueblo, donde llegaba la carretera del pueblo
y se unía a una carretera nacional que llevaba a la ciudad, eso era algo que
hacían por darle gusto al primo, querían verlo feliz atendiéndolos, les decía
siempre:
-
Aquí tienen que
venir cuando vengan del bosque, quiero asegurarme que aún no son como los
animales del bosque, que no presentan ninguna de sus características y quiero
que me traigan parte de lo que pescaron y cazaron, no es justo que sean tan
felices y no me compartan siquiera un poco, yo que los quiero y les doy gusto
en lo que sea, que los espero siempre con los brazos abiertos, esta es su casa.
En la calle de los misterios, nadie sabe nada de
nadie, solo un policía mira directo a los ojos, y si lo hace es por un deber
que se hace muy incómodo en estos casos, incluso en momentos de celebraciones
patrias o religiosas, en que todos ponen caras de ovejitas, no corderitos
porque presumen siempre de su veteranía y capacidad para salir de cualquier
problema; no es que vivan metidos en enredos y líos, es que esos uniformados
(no empleo aquí las palabras comunes entre esos vecinos para hablar de policías
porque no me gusta ese lenguaje), los de la ley de los ricos, de los poderosos
(otra vez esas malas palabras), esos dizque vendidos por un pedazo de pan
porque no tienen nada, ni el uniforme les pertenece, ni el dinero que les pagan
porque ese dinero sale del bolsillo de ellos, de sus impuestos, y dicen de esos
servidores públicos, que son los que buscan problema, ellos dizque están muy
tranquilos sin hacer nada malo y llegan con sus armas y sus patrullas, a
interrumpir lo que hacen y a encerrarlos sin tener nada demostrado. Bueno, esas
cosas que dicen son muy comunes entre malandros y vagos sin oficio, que solo
esperan y buscan oportunidad para cambiarle de dueño a las cosas sin
preocuparse por una gotica de sangre o mentirillas sin importancia, por eso no
ahondaré en esas costumbres y vicios, solo lo dejo claro para no tener que
explicar lo que pasó en un depósito de bicicletas finas, no de las comunes que
usa el pueblo sino de lujo.
El tal depósito era conocido, incluso por la
policía, y de allí salían algunas joyas a precios que ni en remates de garaje,
las compraban y vendían como nuevas, al ridículo precio que ya dije, sin que la
policía dijera nada dizque por falta de pruebas; así que se vieron obligados a
montar toda una operación en gran escala para impedir tal negocio, no podían
acercarse ni pescar ninguno para que les trabajara de soplón, el negocio de
comprar y vender bicicletas robadas lo montaron con cuidado, no sabía nadie
sino lo que estaba haciendo, entonces si algo se filtraba cogían 2 o 3 que
hayan sabido y esos quedaban como culpables, en el cementerio, entonces los
policías tenían que hacer lo mismo, ponerse a robar y buscar comprador para
acercarse a los del negocio y poderlos atrapar para encerrarlos un buen tiempo.
¿Por qué no, se dijeron, cogían algunos falsos
defensores de los derechos humanos, esos que se relacionaban con la mafia
defendiendo sus derechos y les sacaban sus bicicletas?, esos siempre tenían lo
mejor, muy discretamente, pero en el caso de las bicicletas se dejaban coger,
había que ver la clase de excursiones que montaban, dizque sin alborotos ni
llamar la atención, como si pudieran pasar desapercibidos, en algún campo muy
cuidado, con carpas, camionetas para llevar el equipo y los implementos
necesarios, y lo más curioso es que lo hacían sirviendo de camuflaje de algún
traqueto que no habían podido pescar.
Esas bicicletas no se podrían esconder mucho tiempo,
y si eran reconocidas por estar un día de más en el depósito del sector de los
misterios, se convertirían en un problema, así se tendría que actuar contra
alguien que los estaría buscando y los cogerían aunque fuera por otra cosa, un
poco complicado en apariencia pero para una organización de esas, me refiero a
la institución policial, sería solo cuestión de tiempo saber, con pruebas que
aceptaran en un tribunal, de un mal paso, de cualquier error, cogerlos por
cualquier asunto propio de ellos y negociar sentencias con una buena confesión;
en teoría funciona y para organizaciones así de complejas puede ser rutina,
pero no quiero ponerme a hablar de esos detalles, porque por el motivo que sea
no sería claro el relato y a alguien descuidado podría confundirlo.
Hubo 2 agentes, escogidos para hacer curso y entrar
a la institución, examinando hojas de vida de convictos que estuvieran pagando
la sentencia, alguno habría que, ya sea por antecedentes familiares, haber
formado parte de alguna logia o sociedad esotérica en secundaria o universidad,
incluso por algún amor especial, alguien con altos estándares de vida, tendría
la tendencia a aceptar la autoridad, vivir bajo disciplina y actuar con
honestidad en todos sus actos, además de aceptar planes completos de estudio,
reflexión y enseñanza sin resentirse; otro detalle era el tipo de sentencias
que estuvieran purgando, habría que idear un sistema de que salieran sin
despertar sospechas y sin muchas explicaciones, sobre todo que tienen que ser
sencillas para que las entiendan fácilmente los del bajo mundo, con esa gente
es mejor no arriesgar que se confundan y desconfíen, es común que sean muy
brutos y escaso el que tiene estudio y desarrollo intelectual. Esos prospectos
tendrían una oportunidad, pero tenían que aceptar algunas inducciones del tipo
de las tareas con las que se acostumbra uno a cualquier profesión u oficio,
¿soplones entre compañeros carcelarios, o control y orientación?, ¡qué va!, si
era otra forma de represión y justicia, el largo brazo policial metido en las
cárceles.
Los 2 agentes encubiertos se dedicaron a hacerle
inteligencia a los cerdos que tenían perjudicados a gobiernos y pueblo raso, a
testigos, víctimas y autoridad, mientras tanto se relacionaron con los que
podían, muy selectivamente, mientras tanto en el bajo mundo se suponía que
vivían de algunos delitos menores, incluyendo la extorsión a pequeños
comerciantes, empleados, profesionales sin muchas relaciones personales, al
menos no de peso, y amas de casa haciendo compras en supermercados.
Fueron un equipo en todo momento pero solo uno se
apoderaba de las bicicletas, mientras el otro ponía cuidado, hasta los otros
policías cayeron en la trampa y los vigilaban a todo momento. Empezaron con 2
de un mismo dueño, y mientras que el que lo hizo se escondía, el otro salía a
la calle y se estuvo divirtiendo, mire que mire con cuidado lo que sucedía en
cualquier parte, ponga y ponga oído por si algún rumor y llegó el momento de
una manera muy sencilla. En la barra de un bar no se puede creer en lo que se
oye, pero hay que poner cuidado por si acaso sueltan datos útiles, por ejemplo:
-
Un amigo mío
quiere alguien capaz de entrar a la casa de un sindicalista y sacarle un
paquete de papeles, por casualidad ¿sabe usted de alguno?- quería ganarse la
confianza y ofreció un trago-, si se atreve le avisan el momento y cómo
desactivar la alarma, le pagan muy buen dinero y si quiere llevarse algo más
encuentra de todo: joyas, celulares, computadores, bicicletas de lujo y algún
cuadro importante.
-
Yo no meto en un
negocio de esos, ya me costó varios años de condena, ¿quién es su amigo?, por
si encuentro algo que le sirva- no le dio importancia pero espero y oyó lo que
le interesaba.
-
Diga no más, en
la entrada del bar del lado del hotel de la otra calle, que le interesa una
compra, y alguien le avisa- y se fue sin decir más.
Al día siguiente, temprano en la tarde se acercó al
bar señalado y lo contactaron, querían saber si tenía algo y preguntó que
cuánto sacaba.
-
Si quiere que lo
dejemos tranquilo denos el dato y tome esos us$100, es mucho para un ladrón de
poca monta como usted- se vió en un problema pero contó como tenía avisado.
-
Me encontré uno
en el restaurante “La farsa”, estaba comiendo y se sentó en mi mesa, todo lo
demás estaba ocupado; no me fijé pero empezó a presumir de tener bicicletas muy
buenas, baratísimas, entonces le pregunté que si quería un trabajo de ese tipo,
yo no conozco al fulano, pero me dice que el del depósito de bicicletas lo ha
visto y sabe de su trabajo, con ese se tiene que encontrar mañana por la noche pero
no sé por qué- y esperó preocupado, ellos estaban enterados de quién era ese y
sabían que podían confiar en él.
-
Me voy a
arriesgar con usted pero si no es cierto le puede ir muy mal- y sin decir más
se marchó.
A la noche siguiente estuvieron los que habían sido
robados, uno de los jefes criminales del sector, con sus matones, y el del
depósito esperando, no supieron cuando cayó una piedra desde un edificio vecino
y los matones salieron a buscar al agresor, los del sindicato y el del depósito
se quedaron atentos al acecho sin preocuparse. Entonces se les metió el policía
a negociar una bicicleta, todo muy bien hasta que aparecieron los matones y
quisieron acabarlo, dizque no iban a permitir que atacaran a un amigo y menos a
uno de confianza, ¿qué más le quedaba al policía si no decir sus últimas
palabras?, ¿qué esperaban los matones para acabar con él?, tan pronto se fueran
2 policías parados delante de la vitrina lo harían, no es que les de miedo
dijeron, es que les gusta tenerlos de lejos, y esperaron hablando suficiente
para que no hubiera necesidad de negociar sentencias, porque hablaron de todo incitados
por el prisionero y los estaban viendo y escuchando, con la cámara que cargaba
el policía en un medallón de esos que usan los de sectas satánicas. Eso fue
todo, no fue sino que se pusieran las pilas, con los recursos de que disponían,
incluyendo el darle oportunidad a algunos convictos.
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