jueves, 16 de enero de 2014

No fue más que ver lo que hacían para querer hacerlo (Parte 3)


Tal vez alguien se interese
Una historia que nadie ha contado es la de los muertos sin nombre, los amigos que tenía la contarían, y su familia, pero necesitan alguien que los identifique, que diga siquiera el nombre, dónde vivían o su trabajo; es mejor que se sepa aunque no importe, tal vez era otro que se limitaba a vegetar, a comerse su comida y esperar que no se molesten con su porquería porque ni eso piensan, que hay que ser discretos y no decir o mostrar todo lo que se sabe. A mí me pareció que esto era un problema pero no de todos, porque si vamos a lo que es, sabemos lo inútiles que son las vidas que se viven no más aprovechando el esfuerzo de los demás, ¿alguna labor que los pueda definir, algún ideal?, no, solo la cantidad de comida que consumen y el dejarse llevar por la masa y su actividad; pero siendo estéril y vana su vida, cuando lo es, los que se acercan maliciosos a borrarlos de toda estadística son peores, ellos no tienen un motivo que puedan confesar, si el pobre animalito que eliminan cumplía algún deber, como para que nadie le reproche lo que se come, si tal vez hasta un premio obtuvo (porción extra habrá pensado), el problema que tenemos es reconocer al asesino, se esconde con cara como la nuestra, entre nosotros, y repite palabras y movimientos de nobleza.
Siendo tan fácil recordar un rostro que se ve todos los días, aunque no se tenga un nombre, sabiendo no más que todos los días fue visto durante años pasando en su bicicleta, por la mañana y por la noche, no fue posible que lo desconocieran cuando lo encontraron muerto, una mañana invernal en que todos se disponían a distintas labores, muy dignas todas de reconocimiento y aplauso, aunque un poco extrañados porque el mundo y el día parecían completamente distintos, ¿tal vez se abrieron los infiernos y vagan demonios sembrando inquietud y temor?, no creo porque ninguno llegó al terror, ni el más pusilánime; ¿sería que una noticia de la noche anterior causó tal impresión que empezaron el día sin saber lo distinto que era todo?, de ser así lo estarían comentando y nadie sabía qué decir, se miraban sin entender el mundo nuevo; y ¿si fuera un ángel con su trompeta a todos anunciando?, pero no se ven promeseros ni peregrinos preparando su viaje. Entonces hay que pensar en algo insignificante, algo como 2 pajaritos cantando la “Oda a la alegría”, un chubasco tras otro de 2 minutos exactos, como si se hubiera iniciado la lluvia programada, pero nada de estas cosas se ha visto, oído o pensado, y no quieren irse a lo suyo sin saber y entender quién hizo o dijo qué, qué pasó o contaron, o por qué encontrarían un muerto que nadie conoce, aunque de rostro conocidísimo, uno al que supieron todos los días, por la mañana y por la noche, pasando en su bicicleta, pero esta vez tienen que empezar el día sin el desconocido de la bicicleta entre ellos, como parte de su mundo y sus vidas.
Ahora que había pasado algo tan poco interesante, en el torbellino de acontecimientos a que estaban acostumbrados, ahora se preguntaban por un nombre desconocido, y lo único que se oyó fue que el de la bicicleta estaba muerto y su bicicleta como lo único que lo identificaba, ni siquiera se oyó de quién hubiera estado presente antes de su muerte; entre todos elaboraron la biografía del desconocido, necesariamente fue breve pero suficiente para hablar de él, mientras el mundo seguía su camino y los llevaba sin saber a dónde. Ya no esperarían su paso ni tendrían que poner cuidado, pero su bicicleta tenía que tener algún heredero que pudiera hablar de él, y no atinaron a buscarlo, mientras llegaba el encargado de estas cosas y se iba con su encargo a otra parte, a resolver sus asuntos, a buscarle un nombre y decidir quién recibía la noticia y se quedaba con ella, ellos solo lo supieron, la vieron quieta, sin quién le comunicara el movimiento necesario para que de verdad fuera una bicicleta, no estorbo o un recuerdo del que pasó entre ellos como el desconocido sin nombre, que pasaba 2 veces todos los días pedaleando.   

Una luz roja construyendo 
Queda mucho camino por recorrer en medio de las sombras, solo una luz roja se ve que pasa, que no espera a que llegue el día para reconocer quién la lleva, es necesario recorrer rápidamente el camino, porque no se puede esperar que sean otros los que decidan la ciencia que un niño saca de un libro viejo que han prestado; si pudiera uno viajar al lado de esa luz, sería la esperanza lo que sabría charlando, sería la certeza de construir las fronteras de la actividad humana, mostrando al mundo y sus secretos con la palabra escrita hace tantos años. Los que estudian porque hay quien cuide el camino se van con alas poderosas, más allá de las sombras que ocultan a un ciclista, solo un punto rojo en movimiento y pensando en otras cosas, pensando que el mañana será mejor y que él cumple con su parte, que un esfuerzo así es fértil.
El pobre viejo que se va entre las sombras hacia su hogar, oyó de otros que no necesitaron la fuerza y una luz roja, para que la ciencia sea flor y fruto de las estrellas, ¿en un libro está la palabra que ilumine a los hijos, que les dé la idea para que construyan otros caminos, que no tengan que conformarse con la calle que para todos construyeron?, es posible pero no se puede detener y dejar que la luz roja muera. Puede decirse que los nuevos tiempos llegaron, con gente trabajando para los que se adelantan, estudiando con cuidado el camino y las luces que de él surgen, si un ciclista lleva un buen libro será que quiere ver y que otros vean, para que mejoren el esfuerzo y las cosas, así que si tenemos cuidado al avanzar con las ideas que necesitamos, la frontera más lejana veremos, la frontera de los sueños de un ciclista.  

No fue por desprecio que la ignoraron
Era una casa, en la casa una familia compuesta por el papá, la mamá, 2 niños y una niña, la casa no importa si era rica o pobre, lo cierto es que la familia era rica porque había amor, generosidad, respeto y sencillez, cada cual era feliz, y si uno era feliz pues todos lo eran, los niños en sus quehaceres y el papá y la mamá proveyendo y garantizando el orden en la casa. Nunca se iban a jugar los niños sin haber hecho las tareas escolares y nunca el papá y la mamá se iban a dormir sin haberlos revisado, todo estaba muy bien pero hace unos días había fallado algo, era que la bicicleta del papá, en la que se trasportaba al trabajo se la habían robado, supieron los niños por lo que había dicho el papá, había desaparecido y ahora habría menos dinero, porque le tocaría pagar los pasajes; las cosas eran así de simples y no había porque preocuparse más, tal vez al final de año podría comprar otra y por la noche, después de hacer las tareas, podrían jugar con ella.
Los niños no se durmieron, decidieron que era su deber salir a buscarla, preguntar por quién compra y vende bicicletas usadas, ellos la habían tenido en sus manos durante todo el tiempo de sus vidas y la reconocerían fácilmente: algunas rayitas que le habían hecho (el papá se había quedado muy serio pero no los había regañado), las calcomanías pequeñitas que le habían pegado  (de esas que vienen en las bolsas de leche), el lugar secreto debajo del sillín (donde guardaban tantas cosas y que ni siquiera el papá conocía, o al menos ellos lo creían así), las argollitas que le habían puesto detrás del sillín para colgar alforjas, y no solo eso, estaban convencidos que la reconocerían con solo verla, tenía un olor, un calor y una apariencia familiares inconfundibles, era algo único y era de la familia.
Caminaron muchas calles, con el papá habían aprendido cuáles eran las calles que necesitaban en ese momento, confiaban encontrar movimiento nocturno en los negocios que buscaban y buscaron mucho, preguntaron con disimulo, hablando del tipo de bicicleta sin mencionar nada particular, y diciendo que necesitaban encontrar una económica, para un regalo que le querían hacer al papá; así se les fue el tiempo, desesperaban de poderla encontrar, preocupados por lo que pudieran decirles el papá y la mamá, cuando encontraron tal vez el último negocio del sector que apenas estaba cerrando y, poniendo cara de indiferencia, se pusieron a conversar así:
-          ¡Qué lástima!, aquí dizque tienen una todoterreno económica como la que buscamos- dice Tomás, el mayor, de unos 9 años-, si hubiéramos aceptado la primera que vimos ya la tendríamos separada.
-          Pero podemos volver después- esto decía Antonia, tramando y mirando con disimulo al negocio-, cuando vengamos a ver la que tenemos escogida.
-          ¿Y si perdemos el tiempo?, ya hemos visto suficiente- terminó Camilo, el menor de los 3, de 5 años, y que estaba seguro que la encontrarían allí, porque no la habían visto en ninguna otra parte.
Los niños pensaron, muy acertadamente, que era mejor no hablar directamente, que era mejor hablar como hablaron pero yéndose de verdad, y tenían decidido que cuando la vieran, como estaban seguros que la reconocerían inmediatamente, Antonia saldría a buscar un policía para que los ayudara a recuperarla; esto parecía muy sensato aparte que se habían ido sin permiso, habían salido no más, en un descuido de su papá y su mamá. Y sus pobres corazoncitos suspirando de pesar por no poderle llevar la bicicleta a su papá, que tanto la quería, dieron un brinco cuando oyeron voces a sus espaldas, exigiéndoles, casi, que no tuvieran afán, que tenían algunas que les podían interesar.
-          No corran tanto que tengo lo que buscan, si es una todoterreno económica, aquí la encuentran- dijo uno de los vendedores, parecía ser el dueño, que los había estado escuchando.
-          Pero es solo a mirar que ya tenemos vista una y si nos gusta la que tiene nos la llevamos, pero después de verla- ya más tranquilo respondió Tomás.
Todo parecía claro, solo unos clientes, con algo de afán, queriendo encontrar una bicicleta para hacerle un regalo muy importante al papá, y unos vendedores que habían perdido el afán de irse, cuando ya habían pasado 5 minutos de la hora de cerrar, todo en orden, muy correcto y ¡qué felicidad con las 2 todoterreno que encontraron!: una amarilla y que se veía a las claras que estaba a punto de merecer jubilación en algún museo y otra, ¡ah, la otra era muy conocida!, era parte de la familia y ya sabían que la habían recuperado, para ellos era así, porque al ser de ellos y estar ellos allí pues ya no estaba perdida.
-          ¿Y esta tan viejita si sirve para algo?, no sea que resulte uno botando la plata- tal vez quería montarla y solo miró como pidiendo permiso, y vió cómo Antonia se escabullía, y supo sin verla que había echado a correr cuando estuvo fuera de vista.
-          Esa otra está mejor y muy bien cuidada- dijo Camilo mirándola con admiración-, si parece nueva.
Tomás se apresuró a decir casi sin mirarla, aunque se le escapó un suspiro, mientras hacía el intento de montar la otra:
-          Mejor pero más cara, acuérdese que no nos alcanza para una nueva- y mira la bicicleta de ellos con un amor de familia inmenso-, esa sí parece nueva.
Se pusieron a mirar las bicicletas: el marco, el manubrio, el sillín, los frenos, las llantas, los cambios, la horquilla, todo absolutamente todo lo apreciaron, siempre prefiriendo la viejita, la que no les interesaba, si hasta se atrevieron a pedir descuento y dijeron que tenían que estar seguros que no la iban a vender.
-          ¿Cuánto hay que dejar de garantía para pisarla?- ya era seria la cosa y se podía intentar algo más, y sigue Tomás-, aquí no tenemos sino $10.000 (diez mil pesos).
-          Se las dejo en $150.000 y se las reservo 3 días por los $10.000 de adelanto- ya los vendedores se creyeron dueños del negocio.
-          Pero nos tiene que dar un recibo, que tan pronto podamos venimos por ella- dijo Camilo mirando también hacia la entrada, y tragando saliva al ver que Antonia no llegaba.
-          Trato…- alcanzó a decir el vendedor, el que parecía dueño, pero en ese momento entraron 2 policías, conducidos por Antonia.
Y se formó la pelotera, los únicos que no gritaron fueron los policías, se dijeron hasta misa, los niños con mucho respeto y seriedad, los vendedores como si se estuvieran defendiendo de todos los crímenes del mundo, procazmente y con una ferocidad que los condenó; al rato de estar discutiendo, los niños felices con su bicicleta al lado, se acabó el problema de un solo totazo: oyeron los policías por radio, en clave numérica que solo conocen los policías, que había 3 niños perdidos, y que sus padres los estaban buscando muy preocupados. Entonces, después de pedir detalles, decidieron llevarse a los niños, la bicicleta y al vendedor para una estación, la idea era que allí los interrogarían a todos y arreglaban el asunto, supongo que querían evitar alborotos en la vía pública, por ser esa zona un poco agitada, aunque no exactamente zona negra.
Entonces quedaron las cosas arregladas, todos en el sitio en que debían estar: los policías con los demandantes y el demandado, que por cierto estaba más que molesto, amenazaba negando todo y contradiciéndose; los niños ante sus padres que les pegaron su buen regaño, ellos no tenían por qué pegarles un susto de esos, así todo hubiera salido bien; y la bicicleta de nuevo en familia, muy bella y digna por la importancia que se había ganado, al servirlos tan desinteresadamente, para la familia fue el personaje del momento.
 Solo lo mejor
Regulares los caminos, más bien pareciendo trochas de mulas, mal descritos en los mapas que le prestaron, si quería recorrer la comarca y tal vez las vecinas, tendría que hacer los mapas él mismo, que si una guía dice de un camino que transitable, se especifique que habla de camino de mulas, y si dice carretera se refiera a la vía de los autos; por eso no hubiera disfrutado la excursión, por el pésimo estado del camino, pero tenía más que coraje, tenía inventiva y podría arreglar esas carencias con su esfuerzo y cuidado. Una tarde que creyó lo llevaría a la costa no le sirvió para siquiera sentir el mar en la lejanía, se limitó a observar, a dibujar y tomar notas explicativas, tendría que buscar su grupo deportivo, la gente con que hablaba de estas cosas y estudiar el asunto, les llevaría los 2 trabajos para que comparen y decidan.
En la ciudad lo esperaban sus amigos, había avisado sus problemas por celular y esperaban para ver con sus ojos, según lo que dijera, eso era buena cosa, tener con quien comentar los problemas de su interés. Pero oyó una voz disintiendo, dizque ellos no tenían que adentrarse en esos estudios y trabajos, para eso están los especialistas, saben más y no cuestan tanto, que se olviden del estudio y se dediquen a disfrutar su descanso, sin tanto sudor ni vigilia.
Esta historia no es la historia de unos deportistas o ciclistas excursionando, es la historia de una guerra iniciada no por el éxito de algunos estudiosos y bregados amantes de la naturaleza, sino por unos cuantos envidiosos, que no hicieron absolutamente nada, fuera de criticar y poner peros, y cuando vieron el resultado del esfuerzo consagrado se lanzaron al ataque. Todo empezó como digo en los 2 párrafos del comienzo, casi de una manera inadvertida, pero fue claro el interés de los envidiosos por no hacer nada, para después salir diciendo que los habían engañado y que ellos eran más merecedores de participar en la ciencia y sus laureles.
Lo primero que había que hacer era definir trabajos, que todos supieran lo que tenían que hacer, que se preocuparan por lo suyo y comunicaran lo hecho; y fueron precisando lo necesario para estar bien equipados, sin encartes ni carencias, la ropa, los elementos de seguridad, incluidas herramientas y repuestos, la carga necesaria en cada caso, fueran o no de camping, mapas y libretas para ir elaborando croquis y mapas propios, también necesitaban un nombre que los mostrara como gente sana, dedicada a algo más que hacer deporte y disfrutar, el interés fue conocer la comarca, ayudar a la gente a conocerla y aprender a aprovecharla.
Tal vez porque tenían tiempo de apreciar la comarca, todas las características del territorio, tal vez porque el sudor de ellos no era como el de los que vivían de sus frutos, supieron lo bello que era todo, y por fortuna entendieron la diferencia: sus relatos y mapas parecieron un poema, un canto a la alegría de vivir, pero los lugareños lo veían en sus comarcas todo muy lindo y pensaban tal vez en sus penas, sus sudores y sus fiestas, para no morir en triste soledad las hacían y los cantos eran más que penas, eran la esperanza y la certeza de un mañana mejor, sin lo que hoy callaban, y los alegres excursionistas entendieron la diferencia tal vez por su espíritu matemático y humanista, comparando formas de vida y mundos que se miran por un momento.
Alguna vez notaron cómo la gente salía de sus casas y lugares de trabajo, sabiendo que los estaban estudiando y haciendo lo mismo, se dijeron todos que estaban aprendiendo y lo olvidaron; pero no se olvidaron las miradas de los lugareños que se acercaron a su descanso, que felices posaban para muchas fotos y los aplaudían, les hablaban como desde otro mundo, no me refiero a que eran alegres visitantes los unos y los otros solo testigos soñando con la fiesta. Lo que pasó fue claro cuando tuvieron tiempo de sentarse a charlar con algunos, que sacaron tiempo de sus quehaceres, les decían que esperen, que solo un rato, que los demás no estaban interesados por estar ocupados. Así que se sentaron y dijeron unas cuantas cosas sobre su mundo que era observado y analizado por los visitantes; allí tenían una forma de vida y les preguntaron si ellos hacían otra cosa, además de excursiones y aprender de ellos y lo que iban encontrando, les preguntaron que si podrían vivir lo que ellos y decirles lo que pensaban, no era lo mismo ir de paso, con gentilezas saludando y diciendo cosas lindas de su mundo, al que no entraban sino de paso.
¿Qué dejaban en las vidas de aquellos aldeanos, qué para un poema que cantara todo, dolores y alegrías, al aldeano y su familia, al visitante con sus ideas y al misterio de un latido oculto ante extraños?, ¿tendrían siquiera una luz nueva, no solo algún billete que se esfuma en el afán diario?, tal vez porque estoy hablando del club de “Los vivientes”, levantando polvo en los caminos, agitando a los niños con su presencia y dejando huella con su enseñanza de construir lo que la especie exige para su existencia, que habrá fuerzas titánicas pero es más el espíritu del que explora consagrado a ser hermano, con prudencia hablando al desconocido que tanto se parece y que pide ser escuchado por un momento.
Al pasar de los días, viendo que cada cual seguía su camino, el que pedaleaba al lado y los que desde el alto de la escuela los despedían, entre risas y aplausos, se fueron desprendiendo del interés por retratar y analizar lo que veían, ya no quisieron que escucharan sus experiencias y opiniones, tal vez a muchos no les importaran y perdieran el tiempo, en medio de las risas y refrigerio del descanso; si eran curiosidad para los lugareños y solo eso, si seguían su ejemplo comprando bicicleta y poniéndose a recorrer los caminos, si encontraran a alguien afligido y lo alegraran con su visita, o si por una vez tuvieran palabras idénticas sobre cualquier asunto con alguno, no bastaría para decir que descubrieron la esencia de las cosas y sus mundos, hay que detenerse un poco, hay que dejar que las cosas sean y que las que queden lejos se miren de lejos. Los que esto escuchan empiezan a pensar que tal vez no se olviden del compañero que se hace presente en el momento del descanso, tal vez sea posible una misma vida en mundos distintos y todos piensen lo mismo, sean lo mismo, con distinta anécdota pero descubriendo el mundo y mostrando lo que saben, de él y sus modos de aprovecharlo, que no todo será problemas y tristezas, que son muchas las alegrías y los encuentros, con hermanos para evitar temores y demoras, así como son las cosas cuando uno observa y comparte lo que aprende, escucha respetuosamente y sigue su camino.
De todo esto, de tanto pedalazo y tanta anécdota explorando, comparando experiencias y reflexionando, resulto que escuchando el silencio del mundo se hizo presente, era tanta la grandeza que observaban por el espíritu humano, tantos los caminos olvidados y tantos los que quisieron presentes, que supieron de una fuerza y sus prodigios, tal vez se metió en ellos con sigilo cuando dijeron que habían descubierto un tesoro en sus conciencias, que eran lo mismo que el que observa, indiferente con sus luchas y su coraje. Y no era aprovecharse del medio y sus gentes lo que buscaban para ser felices, habían sabido que uno crece desde adentro y las cosas que se acumulan no las contiene uno, solo estorban y hacen que sea más dura la existencia, todo esto pensaban y todo esto decían, sin hablar mucho porque esto distrae, mejor se iban tras otro camino, a hacer un croquis, un mapa y encontrar gentes que, tal vez indiferentes, saludaban y los veían luego partir; y si esto no gusta a todos era lo suyo sin discutir, decidido por el club y algunos más que se acercaban con bicicleta o diciendo que les gustaría tener una, para explorar regiones y conocer su gente.
Pero queda el hombre mediocre que se conforma con cualquier cosa, un supermapa que confunde y no prepara para lo que hay, se ve no más que gozando, descansando en cualquier rincón sin esforzarse, dice que canta sus alegrías aunque las gentes que va encontrando le nieguen su pensamiento, para él solo importa su pequeño mundo, aislado de los demás, aunque pierda la luz y fuerza, que la vida ofrece en todas partes a los que se acercan con sacrificio, a los que esperan o a los que pedaleando siguen su camino; ¿tal vez será que por vanidad presumía capacidad y por soberbia no soporta que lo dejen a un lado?, ¿tal vez se sintió en la gloria con un croquis imperfecto y no soporta que vayan tras nueva conciencia sin importarles su palabrería?, tal vez sea eso, eso parece y no importa si no reconoce su error o herido exige que lo sigan en sus ideas, que sea a su modo el cicloturismo, que no sea una búsqueda y un avanzar con la vida, la misma en todas partes. Y se puso bravo el enano ese, la juró contra todos “Los vivientes”, dizque no tiene que preocuparse por los demás ni respetar, así que no solo es una voz divergente sino que atropella al que coja descuidado, promete que si la vida es una sola e indivisible se olvida de la realidad y se convierte en un dios; ¿quién podrá decirle a un loco que se calle, que ya dejó la vida y ella a él?.
Una fuerza misteriosa
Quería un trofeo cualquiera para decorar la sala de su casa, pero que fuera ganado por él mismo, quería sentir el sabor del triunfo en algo que le gustara y pensó en el ciclismo, compraría una bicicleta, entrenaría muy duro y buscaría una competencia en alguno de los pueblos cercanos, pero una en que dieran un trofeo bien bonito, así se lo prometió a su mujer no por vanidad, solo por amor; y ahí fue donde empezó a penar el Cristo, no había creído que fuera tan duro eso de ser ciclista, incluidas las madrugadas, no poder comer cualquier cosa que se le antojara y dejar el trago, aunque bebía muy poco, solo alguna cerveza por la noche . Había que admirar a esos héroes del asfalto, que llegan a correr durante días enteros a 30 y 40 kilómetros por hora, por eso el trofeo sería algo muy querido, sin importar que lo ganara en el pueblito más perdido del mundo, sin importar que no fuera de oro, solo oropel sin disimulo.
Los primeros días pensó en las calles del pueblo, al fin de cuentas sería en un pueblo que se ganaría el trofeo, y no hacía más que ciclismo, sin prácticas complementarias; empezaba a las 5 de la mañana pero muy pronto gran parte de las calles estaban ocupadas, aunque no fuera mucho el tránsito no podía correr, solo circular despacio, entonces pensó en salir a carretera, por alguna que no tuviera mucho tránsito y  llegar a las partes que pudiera hablando de ciclismo, de pronto encontraría con quien compartir y así aprendería muchas cosas. Aunque no era muy pretencioso, él solo quería un trofeo que se viera bonito y que su esposa supiera lo importante que era para él, penaría y padecería, aprendería lo que más pudiera pero no se iba a dedicar al ciclismo; también cogió la costumbre de entrenar de noche por las calles del pueblo, siquiera 1 o 2 horas para coger el ritmo, aprender a pensar, ubicarse y correr, se iba hasta la cancha de fútbol, casi en las afueras  y le daba unas cuantas vueltas a la mayor velocidad posible, calculando fuerzas, distancia y tiempo, todo el tiempo haciendo el esfuerzo mental necesario, según su conocimiento, pero en el movimiento, no en la ideación de la actividad.
Hablando de estas cosas con gente dedicada a lo mismo, que pretendía salir de la pobreza y quería hacerse ver, sentir que estaban por encima de los demás aunque no fuera sino en el deporte de las bielas, descubrió que muchos no habían entendido la trascendencia del deporte, su pensamiento no iba más allá de querer la fama, dinero, aparecer en los periódicos, alguna condecoración del estado, cosas así que no los ubicaban en el momento histórico; y no que uno tenga que ser político, o un líder importante, ni siquiera filósofo o sociólogo, lo que más les importaba era tener la barriga llena y gozar, sin preocuparse por cómo son las cosas y que la historia la escribimos todos, no solo unos cuantos que deciden por todos lo que se les dé la gana, si acaso alguno pensaba en deberes y derechos, siempre como parte de una estructura o movimiento, en los cuales no tenían ninguna responsabilidad. Entonces se limitó con estos compañeros a conversar de ciclismo, de bicicletas y esas cosas, sin preocuparse por el destino colectivo, por ejemplo, si el planeta está enfermo no es su problema, piensan y dicen estúpidamente, de pronto alguno dice que hay que escoger por quien votar, algún líder en quien confiar y pare de contar que para eso no tienen tiempo, para preocuparse por su supervivencia están los de arriba, aunque nos freguemos todos.
Fueron muchas las carreras que tuvo con esos compañeros, hasta que empezó a notar el progreso, fueron muchos los sudores y privaciones, menos estar al lado de su mujer el mayor tiempo posible, él tenía que ser comprensivo y cariñoso y no la iba a abandonar, que aunque sea por error o accidente la exponía a infidelidades, que podrían ser dolorosas más que graves. Esto la enternecía, la hacía sentir como algo muy importante, que si había dejado a sus padres había sido por algo que valía la pena, recordaba la vez que colgando sus diplomas académicos, siempre fue un gran estudiante, le dijo que no faltaba sino una copa deportiva, alguna medalla, cualquier premio de esos aunque fuera chiquito, y ahora que estaba dedicando tanto tiempo al deporte, solo por ella sin importar sudores y privaciones, ahora le decía de nuevo que la quería mucho y que, teniendo en cuenta lo jóvenes e inexpertos que eran, había que estudiar la lección de los que habían tenido matrimonios exitosos para toda la vida, y le repetía que haría cualquier sacrificio por ella. Solo en competencias con algún compañero de entrenamiento, recorrer unos kilómetros o llegar a algún punto, se había destacado, esperaba estar en muy buena forma y corriendo mucho antes de empezar a competir, pero su querida Sandra le cambió otra vez la idea y el destino, le recordó que había una competencia en un departamento vecino, en uno de sus pueblitos, y que le gustaría ir, hacer fiesta, divertirse, ella sabía lo que había en el corazón de su esposo, sabía que podía contar siempre con eso y se aprovechó de él; Guillermo se derretía por esas cosas, solo veía una gran señora y dama, alguien con poder que se entregaba desinteresadamente dándole la vida, entonces vió que no tenía otra salida que empezar a competir, ir ganando experiencia hasta lograr el premio prometido, claro que ya no pensaba en un premio sino en muchos, llenarle la sala con repisas de trofeos, si quería una casa bonita y bien decorada pues así sería, solo que sin mentiras.      
Llegó el día de la competencia, allí en el pueblo ese, en “Los umbrales”, estuvieron muy temprano, una sola bicicleta, un juego extra de neumáticos que llevaba debajo del sillín con alguna herramienta, el interés y ánimo solo en la competencia, sin fijarse para nada en los festejos, que eran interesantes pero quería estar superconcentrado, quería empezar ganando aunque no se preocupaba por eso, apenas estaba empezando su carrera deportiva y más adelante habría muchas oportunidades. Sandra estaba ese día en el embeleso más extraordinario, todo era dulzura y felicidad, no pensaba sino que Guillermo se había metido en esas cosas solo por ella, porque quería verla feliz y no sabía vivir de otra manera, lo miraba y para ella no había más, es como si desapareciera el universo entero.
Los competidores en la línea de salida, el público animando la fiesta y Guillermo en el centro de la segunda línea, la miró una vez, le tiró muchos besos con un gesto de la mano y la olvidó, pero Sandra estaba feliz por ello, sabía que la llevaba en su ardiente corazón y con este fuego era su campeón sin importar el resultado; y empezó a observarlos a todos, notando que ninguno parecía grande, es como si fueran un poco de tierra respirando y en algún momento pudieran desmoronarse, es como si el alma fuera algo muy chiquito para darle importancia, incluso le pareció ver solo fuerza bruta, aunque se notaba que no eran, lo que se dice, animal de monte, algo habían tenido de instrucción, algunas cosas habían visto pero más parecían la maleza que rodea a los árboles grandes del bosque, todos haciendo algo, ya fuera pegar un grito, o mover la bicicleta, o darle una palmada al otro, ya fuera estar charlando sin poner cuidado a lo que los organizadores decían o mirando sonrientes no más al público, todos menos su amor, su amigo, su hermano del alma. Y arrancó la carrera, por completo encarnizados por tomar la delantera y Guillermo, que no había estudiado otra estrategia que lo que charlaba con Sandra o algún compañero, se mantuvo a prudente distancia de la punta, no muy quedado pero sí economizando fuerzas, acechando y calculando, ¿sería capaz, tendría cómo llegar siquiera de segundo para ganar el trofeo pequeño, que cabía en el bolsillo de una chaqueta?; todo el tiempo preocupado no tanto en ganar como en hacer las cosas bien, hacer el mejor esfuerzo sin pensar en más, y sí, eso tenía que ser efectivo, tenía que dejarle como mínimo unas cuantas lecciones muy útiles, así que se dieron vuelta tras vuelta en el circuito, era la primera vez que competía y ya en la última vuelta iba en punta, iba feliz pensando en Sandra, soñando en el momento en que le entregaría el trofeo para la sala, y 2 rivales lo despertaron, lo volvieron a la realidad terrestre y saltó en su bicicleta, se les pegó, no quería quedarse atrás, vió como se le iba aunque sea el trofeo mayor, y dió la vida, todo por una sonrisa de su amada que confiada lo esperaba, y lo logró en el último metro, el trofeo chiquito, el de bolsillo pero mejor que nada.
Guillermo no corrió mucho tiempo, nunca cobró por ello, aunque recibió algunos premios en efectivo y fue patrocinado por el dueño de media docena de supermercados, que le pagaba lo que necesitara para sus entrenamientos y desplazamientos, solo lo mejor, hasta llegó a contratar motociclista de acompañante en entrenamientos y competencias, uno que supiera algo de mecánica, de alimentación y lo ayudara a calcular, que le diera ideas, que estudiara y le enseñara; como es obvio le tocaba llevar publicidad en su ropa deportiva y mencionar la marca cada que ganaba algo, no siempre le fue bien pero lo mencionaban mucho, la emisora local lo entrevistaba cada que competía, recordando siempre al patrocinador que realmente era muy cívico y le gustaba apoyar al deporte.
Este ciclista fue uno de los tantos competidores en carreras de pueblo, uno sin ambiciones ni pretender la conquista del mundo, ni siquiera pretendía el amor de una mujer, Guillermo ya tenía el amor de Sandra y quería darle gusto, verla sonreír de felicidad y para él eso era lo único, la felicidad de ella.
Los naturales y los artificiales
Fueron muchos los caminos recorridos en soledad, a veces inolvidables y únicos, y tenía la evidencia fotográfica más extensa posible pero no la compartía, no estaba seguro de las consecuencias de que la multitud empezara a mirar hacia esos lugares y a consumir de todo: naturaleza, enlatados, papeles diversos y plástico, todo tipo de objetos desechables como si la vida tuviera solo ese significado; los bárbaros acabando la vida, matando y comiendo lo que se le atraviese, pueden ser un tormento imposible de soportar en condiciones normales, habría que olvidar la realidad negándose a despertar ante la evidencia de la desgracia y el final que están anunciando. Por ese motivo sin egoísmo, mejor callar, seguir pedaleando por esos caminos sin compartir tantos tesoros, no es que sean solo de uno, es que si la multitud está cebada en playas, montañas turísticas y balnearios naturales, mejor dejarles que acaben su pedazo de gozo y ayudarlos a cuidarlos, que no se acaben muy rápido.
-          ¿Qué estuviste haciendo el fin de semana?, no nos vimos y seguro tienes mucho qué contar- le dicen a José Miguel, para que muestre su vida, algún secreto tal vez, algo para gozar-, me parece que últimamente no quieres hablar de lo que haces, ¿será que pasó o hicimos algo?
-          No hermana, es que estuve tomando fotografías en el “Valle de los pastores”, me tomé unas cervezas en “El bar del extranjero” y he estado investigando algunas migraciones de que estuve hablando con algunos vecinos- les responde a sus compañeros, no solo a la sensual Vanesa, siempre curiosa y coqueta.
-          ¿Y trajiste fotografías?, nos las tienes qué mostrar, una a una toda la noche después del trabajo- no es más que disfrutar lo que se pueda juntos, sin compromiso ni seriedad-, ¿cierto que sí?, ¿y podemos pedir pizza con Coca-Cola?, esta vez te toca a ti.
-          Hoy no hermana, hoy quiero estar solo pero no es cansancio- se escabulle José Miguel, quiere evitar comentarios sobre el “Valle de los pastores”-, si quieren les presto una memoria pero me la devuelven ahora mismo.
-          ¿Será que quieres enclaustrarte a estudiar las migraciones, o alguna foto en especial, de alguien especial, en “El bar del extranjero”, tal vez muy felices y enamorados?- Vanesa como siempre está cumpliendo escrupulosamente con su papel de mujer liberada-, ¿cierto que me extrañaste siquiera un poquito?
-          Vea le digo una cosa hermana, yo a usted las estimo mucho y la respeto- ya no era el simpático y amistoso sino el superserio-, pero no me quiera llenar la cabeza de telarañas que no me gusta, si estuviera haciendo algo se lo diría- y volvió a recordar el campamento, sus lugares, las pedaleadas que pegó por todas esas montañas y alguna que otra ida al bar.
No se habló más. Vanesa se fue con la memoria de José Miguel, coquetamente prometió devolvérsela en un momento, y éste creyó que hacía bien mostrando solo las fotos del bar y los lugares de las guías turísticas que tuvo a mano, que se queden en su mundo con sus vicios y sus herejías, que harto mal hacen esos que en caso de necesidad se prostituyen y venden hasta la madre. Vanesa era simpática, con preparación y títulos, tenía renombre como administradora y tiránica, eso sí, nunca decía, al menos en el trabajo, algo que no estuviera fuertemente respaldado por los hechos, así que no la molestaban y siempre se le podía sacar provecho, si uno ponía de su parte y era amable con ella, la halagaba y la invitaba a hacer cosas a escondidas que es como ella prefería hablar de su lujuria y frivolidad. Como los amigos son para eso, según Vanesa, para hacerse favores y agradecer, pues volvió a los 5 minutos con la memoria y le mandó la mano a sus partes íntimas, le dijo que fueran un ratico a hacer cosas a escondidas que lo quería hacer feliz por un momento, iba a coger las fotos esas y les iba a añadir algún detalle íntimo, le dijo mostrándole el celular y tomando fotos.
José Miguel había estado pensativo todo el fin de semana y en este momento mucho más, no quería sino cumplir con su trabajo e irse a su apartamento a mirar con cuidado cada foto, miraría cada árbol, la cascada, los animales y los cultivos lejanos, a los pastores con su sabiduría, miraría la vida que se resiste a ser mercancía y que no pueden desviar, si uno le da la espalda encuentra la muerte. Algo así le había pasado a Vanesa, con sus apetitos disfrazados de amabilidad casi universitaria, hoy era una profesional que hace mucho había salido de la universidad, a duras penas reciclaba en la oficina, y no le importó nunca favorecer la lujuria y así la disolución familiar, se lo habían reprochado por más de un enredo haciendo cosas a escondidas, y como no tenía ninguna sensibilidad social, no se preocupaba por estos problemas que aquejan a todos, que los preocupan y los mantienen buscando soluciones.
José Miguel vió esto, que no tenía más que irse con Vanesa un rato, a escondidas, para olvidarse de todo, para hacer de cuenta que todo estaba bien y olvidarse de irse los fines de semana por los campos, buscando tesoros secretos para él solo; pero no quiso olvidar todo lo que lo había preocupado en los últimos días y prefirió mandarla para la porra, dejar de tratarla, matar el animal que había dentro de él.
-          Mira Vanesa, no te quiero ofender pero no quiero más juegos carnales que no me llevan sino al vacío- dijo José Miguel lo primero que pensó y recordó lo que había aprendido cuando niño-, si me olvidara del objetivo de la sexualidad me olvidaría de la vida y de la verdad; lo que pasa es que estoy preocupado por lo olvidada que tenemos a la vida, no es ir detrás de placeres y frivolidades.
-          Pero si eres de esos que se preocupa por la religión puedes terminar loco- como sentenciándolo, le colocó la etiqueta que la gente mundana le pone a los que piensan distinto; y se alejó con mirada burlona.
-          Aún no estoy pensando en religión pero me salen pensamientos que tenía olvidados- alcanzó a decir José Miguel antes de que le diera la espalda.
Y así quedaron las cosas, Vanessa no volvió a mencionar el asunto, aunque lo miraba de lejos burlonamente, y José Miguel tratando de comprender la vida que le tocó llevar a muchos, que porque unos pocos quieren garantizar los más altos estándares de vida para ellos, destrozando la naturaleza con su apetito voraz por acumular; estuvo pensando en esos campesinos que lo habían saludado tan amable y respetuosamente, que le habían abierto sus corazones contando como les tocaba vender lo poco que tenían para pagar deudas, que no fuera el banco a llegar a tragarse algún pedazo de tierra que les quedaba, y pensaba cómo les tocaba renunciar a su mundo, por un mundo de consumo y despojo a la naturaleza que no les permitía sino vivir en la pobreza, ¿porque quién de esos les va a repartir para que tengan lo mismo de esa minoría?.
Al llegar el fin de semana cogió su bicicleta y se fue hacia el “Valle de los pastores”, ya no iba pensando en entretenerse, divertirse y hacer un poco de ejercicio, sus ideas estaban cambiando a grandes pasos, por lo que se acercó a la naturaleza como queriendo recuperar el tiempo perdido, él iba tras la huella de otros tiempos, cuando los hombres decían vida sin pensar en lujuria, decían amor y no iban contra la naturaleza, decían familia y decían algo serio, no algo muy divertido. Pedaleando por prados y senderos, acercándose al agua, acampando en algún pequeño bosquecito y mirando las estrellas, dejando atrás un mundo de artificios y apariencias o, en otras palabras, sumergiéndose en la naturaleza y admirando feliz los tesoros de la vida, encontró dentro de sí a uno desconocido, solo había oído hablar de ese, en libros y revistas, uno que le decía de lo que se estaba perdiendo y lo bueno que sería todo con solo que cada cual pusiera su granito de arena, renunciara a la mentira y viviera con amor, porque ¿qué más puede ser eso sino amor?.

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