domingo, 12 de enero de 2014

UNA CUMBRE NO SE OLVIDA





Era una ilusión dolorosa, tras ella todos los pensamientos y pasos, ¿dónde estará el ausente?, si se fue sus motivos tendría, tal vez muchas cosas sigan lo mismo pero algo puede cambiar, se cambia lo que se pueda y que los sueños tomen feliz camino, no la duda, la incertidumbre y la angustia, esta vida de hoy sin el que falta, con su olvido. Llegan mensajes oscuros, buitres, águilas y palomas, la esperanza parece lo único cierto, ni se cree en lo que se hace pero el anhelo es más grande que la búsqueda hasta ahora estéril; si se pudiera abrir una ventana que lo ilumine todo y entren vientos nuevos de alegría, si se pudieran abrir los libros que guardan los misterios de la vida y encontrar al ausente, poder siquiera saludarlo y decirle que lo esperan, que él es la nueva vida cenando con los que sufren su ausencia.
Tal vez un amigo cierto lo vió en otra patria, cuentos, tal vez con desconocidos, ¿será cierto?, pero ¿por qué las armas y los muertos?, si habían dolor y miedo, si las gentes escondían alma y ojos asustadas y temerosas, ¿no sería mejor estarse uno tranquilo en el hogar leyendo un buen libro?, tal vez se podría conversar y olvidar a los muertos, que no aman. Aquí hubo muchos que dijeron su rechazo, lo dijeron con tibieza y mala vida, se puede y no se hace sino el comentario, que algo tiene que pasar y todo será mejor; pero no, él tenía que ser escuchado o sus ojos eran lejanos, no creyeron que se iba y hoy lo lamentan: esa luz pura, esos sencillos consejos, la verdadera familia, no el hastío y la náusea que se enseñorearon de todo, arrancando corazón y ojos, matando sin decirlo y sin que los burros sepan, ellos hablan pero no saben.
Parece que el temor al fracaso condena a los que sufren, si no fueran ciertos tantos muertos, si estuviera en una mansión rodeado de bellezas y amores, si con un refresco en las manos mira el panorama y solo dice: “no me quisieron”, lejos de la destrucción y la muerte, sin rencor ni rabia de  víctima huyendo victoriosa, que entendió la enemistad y sabe, pero no se encarta con odios ni venganzas, solo que desprecia bajezas y mezquindades y por eso no se acerca.
O será mejor creer que le hicieron un trasplante de corazón en un templo oriental, de esos que aún viven como los fundadores de la escuela, una de esas tan sencillas y limpias como el agua que le gustaba admirar y beber en los manantiales del bosque, en alguna de sus amadas montañas, comiendo el pan que compraba en las tiendas del pueblo y quitándose la camisa para pescar cupicitos, que cuidaba en frascos de mermelada o bomboneras de cristal. En tal caso tendrían que ir hasta algún santuario y ¿quién sabe si le permitirían hablar con él?, ¿y por medio de Dios si no había querido escucharlos y traerlo de regreso?; estaban condenados a las sombras pero esto debería ser posible, alguien tendría que exigirle que no fuera tan escrupuloso y selectivo, que se abriera, ¿acaso respondería como siempre que no se juntaba con cerdos y que lo dejaran en paz, en medio de sus luces y alegrías?.
Tantos comentarios tenían que tener algo de cierto, tantos rumores de origen desconocido sirvieron de pista para ubicarlo y acercarse, ensayando caminos dizque nuevos; todo halago, placeres, amenazas y la cara de inocencia en que se habían entrenado, cada cual con la suya, muchas distintas, los colores y las formas del mal en cada gesto y palabra camuflados, pero entendibles para cualquiera que mantenga abiertos los ojos y piense siquiera un poquito, que no se deje llevar por cualquier cuento o promesa. Así como el mundo tiene su destino, con todas las fuerzas operando, con todos los humanos y humanoides soñando, pensando y decidiendo cualquier cosa, así como nuestra historia tiene sus leyes, su lógica matemática y tenemos que entender esto, así mismo los que tanto criticaron, los que siempre dieron la espalda, los verdugos fracasados y cerditos mentirosos, se quedaron viendo un chispero, lo tuvieron presente pero no quisieron verlo en su natural y estado, no cavilaron que el destino los alejaba aunque sonrieran a alguien superior al que no querían ver; si lo pudieran ver como igual les bastaba y se fregaron, se hundieron mucho más en las sombras, con una mueca de espanto que pretendía ser la alegría que habían olvidado, la ilusión de una comida servida para seducirlo, que se había enfriado hace muchos años, una promesa de un dulce lecho y un par de bastarditos que en silencio maldijo, ya que no escuchaban y sería perder el tiempo decirlo, y le encimaron un chequecito, le rogaron arrodillados que lo aceptara, antes que los echara de su vista a la fuerza.
¿Qué podían buscar si no había amor?, pues hablaron de amor y todas las fiestas que tendrían con él; y ¿si no les importaba la justicia?, tal vez mejor hablar del promisorio futuro sin maldad ni crímenes, solo la paz del hogar abandonado, el de la comida que se había enfriado, y que todos recordaban con la muerte enseñoreada allí, que no mencionaban, ellos por mentirosos y el fugitivo por el más soberano tedio; ¿tal vez algunos podían cantar la misma canción que cantaban caminando por montes y calles?, tal vez pero sería solo “pretender que broten nuevas flores en troncos viejos que flotan en el agua” y luego otro adiós aún más olvidado, porque los adioses se olvidan o los que se fueron aún no han partido; alguna noche, si los siguiera estúpidamente, estarían todos cansados y cerca del pueblo, y no importaría que la cama esté fría, o que el veneno ronde, o que al peregrino le parezca todo más caro aunque sea solo una impresión, ¿alguien buscando el atraco, el robo o el simple raponazo, tal vez prostitución?, y no importaría porque el mundo bueno y propio está en otra parte, y seguro. Entre todas las cosas que tenían en mente, estas eran las más comunes, y sin dejar de pensar en algún disgusto, los malentendidos que hubo, las ingratitudes, las deudas atrasadas o la misma sentencia, que nadie recordaba haber cancelado, se acercaron a su oído con el corazón tembloroso, ansiosos, hablando de secretos y supuestas complicidades, jurando no haber estado nunca de acuerdo ni participado directamente, rabiosos estaban al acercarse por poquitos, de uno en uno, y dijeron en singular:

-          Me tiene que creer cuando le hablo de ser amigos, usted no puede ser tan estricto ni rencoroso, o si no ¿por qué nos recibe y escucha?, ¿no tendrá alguna duda sobre su decisión de permanecer en la distancia vigilando, a los que hoy le ofrecemos amistad sincera?- y no tuvieron en cuenta, olvidaron su propia experiencia que les decía en casos iguales, muy discretamente: (-“¡cuidado!, ese que habla al oído es un tramposo”).

-          Voy a estudiar el asunto, tengo que esperar a ver cómo se ponen las cosas, no puedo apresurarme después de tanto tiempo sin siquiera pensarlos- ¿hubo miedo de la distancia?, ¿se llenaron de ira despreciados?, ¿creyeron que estudiados y conocidos perdían el tiempo?, o ¿solo se vieron en un mundo ajeno que no los quería, que con sus propias leyes y condiciones los repelía?.
Pues allí estaban como limosneros que presumían felicidad con la paz que admiraban, el amor que envidiaban, los altos riscos y lejanas brumas de sabios pensamientos, nunca apreciados, los mejores manjares, siempre cosas comunes hechas con cuidado, el agua de la fuente, los rayos de sol, el viento amigo, un huerto sin alimañas, ¿podrían ayudar alejando esos niños o…?, una noche llena de estrellas siempre risueñas, entre canciones y un vaso de vino o una cerveza.

Allí estaban esperando una llamada y visita de alguien importante pidiendo ayuda y consejo, el duro patriota siempre era buscado, ¡qué ellos se encarguen! o ¿se puso bravo otra vez?, sería mejor hablar con amigos de todas partes sin que los encarten con problemas o asuntos ajenos:

-          Usted se va a dormir que ya está muy viejo y necesita olvidarse de los problemas del mundo, ya hizo suficiente y ahora a divertirnos- ¿qué pasó?, no dice nada, no parpadea, sonríe y habla a sus amores discretamente, ¿por qué no dice de una vez nuestros encargos y se retira?.

-          Hablemos claro de quiénes son los que deciden y quiénes se callan o se van yendo de mi hogar y santuario; en cualquier momento llega uno de esos viejos que, según ustedes como en los viejos tiempos, no sirve sino para hablar paja, poner problema y enredar la situación con los poderosos- no había sonrisa en ese rostro curtido arreglando problemas, no los países, cierta displicencia había en palabra y gesto, a lo que llamaban aburrimiento, pereza o rabia disimulada.

-          ¿Nos permite usted, dignísimo, grandísimo, inteligentísimo, especialísimo y único en el mundo con tal experiencia, bla, bla, bla…., nos permite usted aconsejarlo para que saque provecho de la situación y repartamos?, o ¿nos va a decir como nos decía en nuestro pueblo, el hogar que desprecia, que no sabemos, que somos ciegos y parecemos animalitos sin posibilidad ni rumbo?- esto era lo mejor, porque al ser tan ciegos era muy fácil cambiarles el rollo, diciéndoles, por ejemplo:

-          Si no se quieren ir despabílense y mejor vámonos un rato para la piscina, si se quieren bañar no sean cochinos que para eso están las duchas en sus habitaciones, y no vamos a discutir en mi propia casa, en mi terreno - parece que el viejo tiene algún interés, algo está tramando pues a pesar de ver cómo se repite la vieja historia, unos por un lado y otros quién sabe por dónde, los deja estar un momento en su casa, supongo que solo un momento.

No es lógico que alguien que no lucha, que no hace nada quiera poner condiciones, actuar como si tuviera derecho y estuviera en la gloria; el viejo es realista y práctico, por ello creo que los está espiando, él nunca fue gallina o avestruz, fue ave de alto vuelo, y quiere saber cómo están las cosas, después de todo a él lo buscan y pueden estar influenciando a sus enemigos de infancia y juventud, no se pierde nada con curiosear un poco, pegar una mirada a sus rostros, sus gestos y su trato, siempre falsos y artificiales.

-          ¿Qué le pasa a este viejo, de noche en la piscina, cómo se entretiene y es feliz dizque mirando estrellas?- ¡oh, el telescopio en el pabellón al lado de la piscina es su interés!, descansar sin dejar de cultivarse matemáticamente:

-          Ahora no estoy de cacería, pero busco y quiero admirar los animales del cielo, así que hagan la bulla callados y no molesten- pensaron que era en serio, los miraba y sonreía como quién está haciendo algo importante, ¿estará insinuando alguna de sus viejas ideas de la naturaleza y el hombre?.

-          Se le volvió a salir el loco de las cosas raras- murmuraron- tiene que haber manera de sacarle lo que tiene- repitieron- es que es tan obvio que está en otro mundo- recordaron y empezó la tiradera:

-          Díganos excelentísimo señor, usted que sabe tanto y nos desprecia por eso ¿cómo es posible que sea capaz de ver cosas que no vemos, cosas imaginarias?- suspiros ilusionados, se teme el llanto y se acercan pero el viejo calla, mira su telescopio y va diciendo de rato en rato:

-          Jirafa, las  Osas, los Leones, Lebreles, Dragón, Serpiente, Águila, Delfín, Zorra, Cisne, Caballito, Lagarto, Ballena- los mira y sonríe viéndoles la tragadera de saliva, la ansiedad, la codicia, la estupidez:

-          ¡Qué se tome una aromática aunque sea, que descanse!, pero que no hable de su fantasía y alucinación, tal vez nos firme los papeles suficientes para que no nos pueda negar nada; ¡si hubiera una manera!- murmuraron de nuevo.

-          Mejor que hable de sus sueños y dé rienda suelta a su imaginación, mejor que se pierda en medio del delirio, alguna manera habrá de escurrirlo- siempre murmurando.

Y no fue por sadismo del viejo, los vió soñando mientras miraba sus animales en el cielo y solo callaba; era feliz observando y comprendiendo tanto mundo en armonía eterna,  tanta estrella inolvidable, tanta historia que les fue contando mientras decía, de rato en rato, como dándoles tiempo a pensar y tomar camino:

-          Si cultiváramos la armonía del cosmos, si respetáramos nuestro mundo y la naturaleza hoy tan amenazados, estaríamos en las estrellas, nuestro nombre sería inmortal: Andrómeda, Casiopea, Perseo, Orión, Cástor, Pólux, Hércules están en nuestras mentes porque no se conformaron con que la corriente los llevara, eran seres como nosotros, que forjaron su mundo en circunstancias muchas veces trágicas, dejando su sello en la historia- siendo ilusos, por codicia, no entendieron y pasaron las horas de esa noche, la primera en mucho tiempo y la última juntos de sus miserables vidas, suspirando, también decían:

-          ¿De qué está hablando?, si lo que queríamos era una fiesta y divertirnos, si queríamos disfrutar su dicha ¿por qué no hace servir comida y trago, ponen música y que haya baile, por qué se mete en su observatorio a decir disparates?- ni miraron una estrella, criticando por lo bajo, con mala cara y como si no vieran el camino, como si en cualquier momento estallaran.

El viejo no explicaba nada, en su hogar la vida era tranquila, sin alborotos y como en un campo que florece continuamente, con estudio y trabajo compartidos, dejó que se fueran las horas en rumores y su desdén, que esos extraños bichos se cansaran, para decirles, al amanecer, que se fueran; eran alimañas y sombras, eran parásitos e hipócritas, eran tan lejanos que ni sonrieron al visitante ilustre, lo trataron como a intruso a pesar de saberse que era un luchador ecologista y defensor de los derechos humanos:

-          ¿Qué hace esa gente acá, por qué viene a estas horas de la noche con sus problemas y sus cuentos?, mejor sería que se fueran tranquilos a sus casas y dejaran de molestar, si no se fijan, con sus comentarios e informes, en cualquier momento les puede ir mal-y arreciaron las críticas musitando contra el viejo, que ni miró las aromáticas con somnífero que le sirvieron, pero amenazó que si insistían se las hacía tomar a la brava para ver el efecto.  

No entendieron qué significaban las palabras que pronunciaba, ¿sería posible que el visitante perdiera el tiempo con estas cosas?, estaban desubicados escuchando sus corazones y deseos, ¡tantos sueños de riqueza y placeres!, hasta que, ya avanzada la madrugada, después de llorar desconsolados y ver como se iba el visitante, ecologista y defensor de los derechos humanos, feliz repitiendo nombres de animales y héroes antiguos, y antes que dijeran cualquier cosa les ofreció alguna pequeña propina, con otras palabras por supuesto (¿premio, recompensa, salario?), por un pequeño esfuerzo, a cambio de un insignificante sacrificio, sin que se tuvieran que cansar mirando una lista de estrellas en el cielo:

-          ¿Cuáles son?

-          Unicornio, Hidra Hembra, Cabellera de Berenice,  Corona Boreal y Serpentario; si logran encontrarlas no se harán sabios porque los guía la codicia, no el interés de conocimiento, y eso nos diferencia, así que tan pronto terminen pueden irse, si no les interesa la armonía del universo, el respeto a la naturaleza y los derechos humanos, no tienen nada que hacer en mi hogar, como fue desde el comienzo y será siempre- y callaron pensando en el dinero, sin entender lo que habían perdido para siempre.

-          ¡Ja, ja, ja…!, cojamos el Serpentario, la Corona, cacemos los animales y hagámonos ricos, ¡ja, ja, ja…!, ¡qué trabajo tan bobo por el platal que nos da!, si quisiéramos tendríamos todas las estrellas, las venderíamos barato y seríamos ricos, ¡ja, ja, ja…!, tal vez un bobo ecologista y defensor de los derechos humanos nos pueda dar algo, ¡uf!, ¡ojalá!.

Así amaneció, el viejo patriota un poco más profundo en su conciencia de la armonía, las proporciones, los conjuntos, las fuerzas, la historia y la naturaleza humana, con todas sus luces y sombras, sus pequeñeces y grandezas; pero esos bichitos que siempre se conformaron con vegetar, que visitaban al luchador con el mero propósito de aprovecharse, estaban estragados de vigilia y murmuraciones, querían estar lejos de ese mundo, de esa actividad, según dijeron, tan aburridora para ellos, preferían volver a su mundo de impurezas, tibiezas y cobardías, ¿pero cómo hacer para que el viejo se ablandara y les diera gusto, la riqueza y los placeres que nunca habían tenido?. Y el viejo les mostró el camino, aún sin entender el fracaso les tocó largarse, a donde pudieran criticar sin tener que bajar la voz, sin aguantarse las ganas de un madrazo, entre la gente que les caía bien, alimañas en huerto ajeno como ellos.

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